Este 15 es día del maestro. Con orgullo los educadores del país saldrán a marchar en exigencia

de sus derechos laborales, de todos sus derechos laborales, porque no es solamente el sueldo lo que no alcanza. Pero volverán a chocar sus gritos con un régimen que no sólo desoye los reclamos expresados con su máxima desesperación en las calles, sino que sigue enfrascado en el cumplimiento de su macabro esquema económico.  

Luchar nada más por un ajuste de sueldo carece de sentido. La inflación lo tragará al no más anunciarlo. Además, están pendientes también temas como la seguridad social familiar, los lugares de trabajo y los servicios que deben garantizarse para un buen, eficaz y decente - trabajo decente dice la OIT- desempeño de las actividades. Está pendiente el descarado robo de los recursos de cajas de ahorro, sindicatos y gremios, que las anula como instituciones y evita su fincionamiento. Están pendientes las deudas enormes de reducción de sueldos y de desconocimiento de las Convenciones Colectivas, y no solamente esas deudas. Está pendiente con eso, sumado, el derecho a la asociación. 

Pero el régimen del terror ha demostrado que sigue firme en su afán de evitar que haya algún tipo de independencia financiera de alguien que se escape de sus fauces. Ha creado una dependencia absoluta de las bolsas Clap y de las miserias que arroja quincenalmente para sostener su esclavitud moderna aplicada a lo que sigue y seguimos denominando trabajo sin serlo. O sueldo que no es. El financiamiento de la administración pública para sostener el régimen es monumental. Con la esperanza puesta en cada marcha, en cada día que aspiramos que el régimen reoriente la economía y su concepción del trabajo y el trabajador. Cosa que no hará. El esquema es destructor de las instituciones y de los individuos. El único fin es el de no ser molestado en su permanencia en el poder. Para lo cual la esperanza de cambio diaria le viene muy bien. Nada cambia, pero se ofrece una mejoría que nunca llega. 

De tal modo que el ajuste del 10% proyectado en el presupuesto y el aumento de la bonificación de los salarios, es más leña para el fuego de su juego económico perverso y antilaboral. Sustentado en fantasmas del tipo sanciones o cualquier otro. Mientras vemos aumentar los gastos superfluos en tarimas, en seguridad, en fiestas carnestolendas o decembrinas, en decoraciones, en música para sus oídos, en planes de remozamiento de instituciones educativas que son, más que nada, alimento para la corrupción de las más destacadas del mundo. La nómina no sirve a sus intereses corruptos. Y mientras menos dinero tengamos todos disponible mejor para ellos y su manipulación, su desmesurado control social. 

A los trabajadores nos queda adversar políticamente todo lo que este régimen haga, diga y pretenda en este año electoral. Lograr que llegue el régimen lo más disminuido posible a los eventos electorales. Para derrotarlo de manera inequívoca. Sumar a todos los pensionados, jubilados, activos, de la administración pública a votar y a buscar los votos contra estos asesinos del trabajo y de los trabajadores. No es poco el número. Pero la movilización no es sólo con una pancarta y un pito exigiendo que ajusten los sueldos que se desvanecerán igual. Va más allá. Es un sistema al que hay que cambiar, al que hay que procurar contribuir día a día en su desmoronamiento. Porque está acabando con todos nosotros y siempre será preferible acabarlo a él, para la subsistencia del trabajo, del trabajador, del Estado.