Veámoslo de esta manera. Hoy en día, el régimen posee niveles históricos de rechazo, no podría ganar ninguna elección

a cargos públicos celebrada según la ley y la democracia. Pero no estamos hablando de cualquier elección, nos ocupa nada más y nada menos que las presidenciales. La otra posibilidad es que de aquí al día de las elecciones el régimen levante más de 40 punto en las encuestas, suceso que fácilmente podría ser catalogado como un milagro, inimaginable.

Ahora bien, no debemos olvidar que según el Artículo 236, numerales 5 y 6 de nuestra carta magna, el presidente de la república es el comandante en jefe de la Fuerza Armada Nacional, su máxima autoridad, ejerce el mando supremo. Si comprendemos que el chavismo se trasmutó casi inmediatamente al llegar al poder en un régimen militarista ¿Cómo esperar ceda el control de las FAN? Es un sin sentido en sí mismo, un descabellado absurdísmo.

Por otra parte, el presidente de la nación es quien administra la hacienda pública, los recursos del Estado, así como es quien designa los ministros, entonces preguntamos ¿Cree usted el chavismo estaría dispuesto a entregar el control interno del país a sabiendas que le es imposible obtener el triunfo en una elección ajustada a la ley, a los preceptos democráticos? Obviamente no.

Por si fuera poco, el Artículo 348 de nuestra Constitución Nacional señala textualmente “La iniciativa de convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente podrán tomarla el Presidente o Presidenta de la República en Consejo de Ministros (…)” lo que nos obliga a realizar otra indagatoria ¿Cree usted el régimen permitiría una Constituyente en la cual, al no poder retener la presidencia por la vía del voto, perdería de calle y eliminaría de raíz al proyecto chavista de Venezuela? Eso es impensable.

Viendo todo esto, los escenarios para el chavismo son los siguientes:

El primero, perpetrar otra elección presidencial al margen de la legalidad y la legitimidad, lo cual implicaría (en teoría) más sanciones, sin embargo, ha demostrado saber vivir con ellas, es más, le sirven de excusa para su dantesco desenvolvimiento. Siendo honestos, creemos es el escenario que prevalecerá, fingirá presidenciales como las de 2018, con falsos candidatos pactados que no reclamarán procedimientos ni resultados más allá de un par de declaraciones histriónicas e inofensivas el día de la votación.

El segundo, de complicarse su estadía en el poder, si la comunidad internacional arrecia y sus aliados como Rusia y China no pueden continuar ayudándolo a raíz de sus propios problemas in crescendo, pues la única salida sería la emprendida por el dictador Marcos Pérez Jiménez, la huida entre gallos y media noche. Su inviolabilidad al exterior se ha visto menoscabada, pues es flagrante la cacería de brujas desatada entre ellos mismos para aminorar la sentencia de la Corte Penal Internacional, en pocas palabras, este escenario es plausible.

Aunque es menos probable, también existe la posibilidad de arriesgarse a dejar ganar un candidato de la falsa oposición tras realizar un pacto maquiavélico de “no agresión”, pero tal como nos ha enseñado la historia contemporánea de la región, especialmente Colombia, Perú y Ecuador, los candidatos designados por los presidentes salientes terminan adueñándose de la escena y no le rinden pleitesía a nadie más… así que este escenario no lo creemos factible. 

En conclusión, pisemos tierra, a través de un proceso electoral transparente Venezuela jamás recobrará su libertad, para el chavismo sería lo mismo que renunciar, la estrategia es otra.