Cinismo carnavalesco
Escrito por Jorge Sánchez Meleán   
Viernes, 26 de Febrero de 2010 07:59

altHace siglo y medio, después de la extraña muerte de Zamora, la Guerra Federal determinó la reafirmación del tipo de estado originario de Venezuela: el estado federal, en el que fuimos pioneros en América Latina con la Constitución de 1811. En consecuencia, la Constitución federal de 1864 convirtió las viejas provincias en los nuevos estados unidos de Venezuela. Estos estados “reconocen recíprocamente sus autonomías, se declaran iguales en entidad política y conservan en toda su plenitud la soberanía no delegada expresamente en esta Constitución (1864)". Los estados tenían facultad para organizarse en gobiernos “electivos, federal representativos, alternativos y responsables”, con poder ejecutivo, legislativo y judicial. Este modelo de estado es el que retoma, en busca de un “Nuevo Federalismo”, la Constitución de 1999, al calificarlo de federalismo cooperativo entre el Poder Nacional, los estados y los municipios.

Por todo ello, es una muestra de cinismo sin precedentes prolongar el carnaval con un espectáculo deprimente de comparsa de “milicianos” para promulgar una ley inconstitucional que de federalismo nada tiene, el 20 de febrero, día que conmemora el inicio de la Guerra Federal. La ley es la partida de defunción del ideario federal, desde la Constitución de 1864 hasta hoy, pues acaba con la autonomía y razón de ser de los estados y municipios. Les arrebata sus competencias y recursos para transferirlos a los consejos comunales, comunas, distritos motores de desarrollo, regiones económicas o militares sin autonomía.

Esto no es otra cosa que la concentración y personalización más vulgar del poder. Con esta ley, el federalismo desaparece para darle paso a una nueva geometría del poder popular y socialista, a la que denominan Estado comunal, que acaba con los estados y municipios  y con la república democrática, civil y federal que nos dimos en 1811. Vamos camino a una monarquía militar y centralizada, como quedó claro ante el país, en medio del mayor cinismo carnavalesco, en esa comparsa “brasileña", con rey Momo incluido, en el nuevo sambódromo del régimen: El Calvario. En ese calvario fue crucificado el federalismo zamorano. Por eso, desde su nuevo pedestal, Zamora estará expresando, entre dientes y bigotes: ¡Por ahora!

(*): Economista

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