Pavoso
Escrito por Alexander Cambero | X: @alexandercamber   
Domingo, 31 de Enero de 2010 22:39

altLo que toca lo pulveriza. Como en las antiguas leyendas de la edad media, en donde los pueblos estaban llenos de historias lúgubres y de la superchería que incendiaba vidas entre el crujir ardoroso de al hoguera, los tratadistas de los signos oscuros se arremolinaban frente al oráculo de Delfos para luchar contra la mala fortuna. Creían que aquellos desdichados acontecimientos terminarían por arruinar las cosechas de las comarcas. Es por ello que buscaban que la sacerdotisa expiara las culpas entre las hojas del brebaje preparado con el esmero de la luna llena.
Creencias paganas. Elementos que confundieron la fe con el sortilegio de verano, pueblos enteros que se enredaron en doctrinas de demonios y sucumbieron ante el poder malévolo de la mentira.
Vivimos tiempos de pavosos y de aparecidos. Bastó que Hugo Chávez manifestara su vigoroso apoyo al popular equipo de los Navegantes del Magallanes para que su fuerza beisbolistica cayera de manera sorprendente. Los bates perdieron su vigor y los errores se asomaron en la proa del barco carabobeño. El almirantazgo de Carlos García sufrió excoriaciones al recibir desde el acantilado putrefacto de La Hojilla, las palabras alentadoras del primer mandatario nacional.  Como por arte de magia las dieciocho arepas repartidas por sus lanzadores se convirtieron en sabroso gourmet de los Leones del Caracas, esas delicias le dieron fuerza al león para hundir a la nave frente al océano pavoso que le construyó el magnate de Miraflores.  
Fue tal hechizo del innombrable, que Pablo Sandoval llegó desde Estados Unidos para tratar de darle el titulo a su querido equipo. Un helicóptero sobrevoló Valencia trayendo consigo la esperanza bateadora del gran slugger. Pensábamos que era algún show preparado desde el gobierno nacional para acallar a las miles de voces que coreaban el justificado repudio al régimen tiránico. Otros creían que era Hugo Chávez quién al fin se atrevía a mostrase en un escenario no abarrotado de su concurrencia prepagada. Desde el helicóptero descendió Pablo Sandoval cumpliendo con su palabra. El extraordinario pelotero aparecería en el terreno carabobeño con un montón de ilusiones reflejadas en un rostro cansado por el agotador periplo. Fueron muchísimas horas de vuelo en la búsqueda de cumplir con un sueño. Atravesó grandes distancias con el corazón rebosando de amor por la camiseta. Sin embargo, sus turnos no tuvieron  el ritmo acostumbrado. Los batazos esperados se quedaron en el delirio. Se esfumaron tras la senda de aquel que todo lo que apoya lo descompone. Una  pava ciriaca que no la desvirtúa  ni los efluvios de  la madrastra de Blancanieves.  Y es qué si enumeráramos los hechos en donde Hugo Chávez transformó buenas perspectivas en ruina, terminaríamos escribiendo un extenso rosario de eventos, que forman parte de nuestra desgracia como ciudadanos de este país.
Al parecer el Magallanes recibió una fuerte descarga eléctrica de mala suerte.  Al fulano le sale referéndum. Hasta Pablo Sandoval sintió que la pava macha crece como los cuentos de fantasmas en la boca de los rezanderos de pueblo.

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