La desesperanza quiere acabar conmigo, acabaré con ella primero
Escrito por José Jacinto Muñoz   
Domingo, 31 de Enero de 2010 22:35

altPor lo general nos preparamos para aprender un oficio, desarrollar una habilidad o una destreza, pero rara vez nos capacitamos para manejar la desesperanza y el desánimo, condiciones emocionales que, dependiendo de las circunstancias que nos tocan vivir, se incrementan o reducen.
Para quienes vivimos en Venezuela aprender a manejar y enfrentar la desesperanza ha dejado de ser una opción para convertirse en una obligación. ¿Quién no es atacado por este malestar emocional cuando se queda sin luz o agua por más de 4 horas?, ¿Quién no es atacado por este malestar emocional cuando tiene la sensación de que no existe un lugar seguro fuera de casa, por culpa de eso que llaman delincuencia en sus distintas expresiones? o cuando va a una ferretería, abasto o bodega y se encuentra con que, lo que costaba tanto hace 5 días, ya cuesta el doble.
Pregunto; ¿quién no percibe la presencia de esta enfermedad del espíritu cuando enciende su televisor y se encuentra una batalla campal entre quienes defienden al presidente y quienes demandan su salida?, ¿quién no se encuentra rostro a rostro con esta enfermedad cuando intenta protegerse y buscar justicia en las leyes venezolanas?, ¿quién no es visitado por esta nube de maldad cuando intenta buscar un empleo y no lo consigue?, ¿O una vivienda o simplemente un servicio médico? ¿Cuántos de nosotros, no importando nuestra tendencia política cedemos ante la desesperanza cuando sencillamente vemos como nuestro país, nuestra casa, se desliza por un despeñadero de odio, corrupción, división, resentimiento, desempleo, deudas, enfermedad, traición y muerte?
En definitiva, sentirse triste, desmotivado, harto y hasta impotente frente a tantos conflictos simultáneos, poco a poco se está convirtiendo en algo común. Esto sin contar las vicisitudes que a diario tenemos que enfrentar en nuestro hogar, en la camionetica, en el metro, en las interminables colas en cualquier estado de nuestro país o con nuestros vecinos que a veces olvidan que no viven solos en el edificio, urbanización o barrio; convirtiéndose en una suerte de perturbadores del orden, bien sea a través  de su música a todo volumen o con sus kilos de basura que de manera obligatoria comparten con nosotros. Cualquier ciudadano de cualquier parte del mundo que lea este artículo seguramente pensará que se trata del extracto de una novela de terror o un texto amarillista que sólo busca vender. Incluso cualquier profesional de la psicología o psiquiatría diría que es imposible que todo esto le pueda pasar a una misma persona o sociedad simultáneamente y si ocurre, tal vez se atreverían a decir que la calidad de vida de esa persona o sociedad estaría en serios riesgos.
Ahora bien, ¿cómo lo enfrentamos? ¿Cómo sobrevivir? ¿Cómo preservar el ánimo a pesar de las circunstancias? ¿Cómo mantenernos optimistas? ¿Cómo ver oportunidades y alternativas en tanto caos? No sé si tenga las respuestas correctas para cada una de estas preguntas, lo que sí creo tener son reflexiones para estas interrogantes.
Primero, alguien una vez me enseñó que la esperanza es cuando lo deseable se hace posible. Es decir, en medio de tanta desesperanza debemos enfocarnos en las cosas que nos emocionan y levantan el ánimo. Si haces un esfuerzo, siempre encontrarás algo por lo cual dar gracias, algo que, si te pones a meditar te convierte en un afortunado. Búscalo.
Segundo, busca una oportunidad en medio del caos. Por ejemplo: yo recibí el año nuevo con mis padres en un pueblito muy acogedor del estado Trujillo, pueblo que sufre recortes de electricidad desde hace más de dos años. Para alguien como yo, que vive en Caracas y no está acostumbrado a estos recortes, las primeras noches fueron muy difíciles, sin embargo pude detectar que el apagón nos reunía a todos en la sala de manera voluntaria y que las 3 o 4 cuatro horas nos brindaban una oportunidad para conversar y escuchar anécdotas e historias que seguramente en condiciones normales cada quien en su cuarto o espacio de la inmensa casa hubiese sido imposible.
Con esto no quiero decir que dejemos pasar por alto un problema que pudo haberse resulto y debe resolverse con planificación y estrategias correctas, pero como es una amenaza que no depende de ti, si no de tu entorno, debemos buscar salidas creativas que nos mantengan con entusiasmo y esperanza, ya que en definitiva el molestarnos no va hacer que las cosas cambien, lo único en que puede ayudar es que nuestra salud se deteriore. No le demos el gusto. El protestar y exigir nuestros derechos pacíficamente sí puede ayudar y mucho.
Por último, no dejes de pensar ni siquiera un minuto en tu proyecto de vida, en tu sueño, en eso que te ilusiona, aquello por lo cual vale la pena luchar; es decir, tus hijos, tu familia, tu pareja, tu trabajo, tus padres, tu país, tu presente, tu futuro, tu empresa… en definitiva, en ti mismo. Henry Ford decía:” Piensa que puedes, piensa que no puedes; en ambos casos tendrás razón”. Una abundante evidencia científica abona la tesis de que la imagen mental que un individuo tiene de sí mismo, más que ningún otro factor, es la que fija los límites de sus posibilidades. No bajes los brazos, aférrate a tus más grandes deseos.


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