Revolucionarios: ¿Mesías o caudillos?
Escrito por María Isbelia A. de Alfonzo   
Domingo, 31 de Enero de 2010 08:12

altSintiéndose atraído por el enorme espejo, se volvió y miró su propio reflejo y mientras ávido se miraba, su imagen de enano de la historia se empequeñecía, mentes paranoicas que en un momento de locura desenfrenada pierden la noción del tiempo sin darse cuenta que todo en la vida tiene su final estipulado y cuando ese instante llega  tiene un giro inexorable sin retorno.
No es creerse poderoso y audaz, no es pensarse Mesías, endiosado Omnipotente, es darse cuenta que son crueles.
Pero después que el reloj suena su golpeteo final en el silencio aterrador dejando atrás tan diabólico encanto, no se olvidará jamás que trazaron en muchas países del mundo un destino y que llegado el final ¿Cuántos poderes de las tinieblas le reclamarán lo suyo?
Y en el transcurrir de los años creo firmemente haber cruzado el Rubicón de mi existencia (Suena mejor experiencia) y solamente un alborotador de postín Jesús, el de Galilea, valió la pena seguir por su sabiduría y liderazgo.
En la gesta emancipadora no se magnifica el nuevo personaje épico, en todo caso cada gobernante necesita inventar sus propios mitos para no caer del pedestal donde está elevado.
Es increíble que en un momento de locura el fanatismo de un hombre pueda causar tanto daño, pero cuando las pesadillas demenciales de regímenes totalitarios acaban, nadie sabe nada, ni siquiera pueden entender el por qué fueron capaces de apoyar el régimen destructor.
El Tercer Reich le costó al planeta cuarenta millones de muertos y el monstruoso holocausto.
Hablando de autocracia y tiranía vale la pena traer a colación aquellos hechos  sucedidos a finales de la II Guerra Mundial cuando los italianos hartos de Mussolini lo fusilaron de la manera más horrible junto a su amante Clara Petacci, unos días antes de estos acontecimientos muchos apoyaban el gobierno fascista que había en Italia ¿Te das cuenta de las veleidades del ser humano?
Lo mismo ocurrió con Iósov Stalin cuando en la década de los sesenta se descubrió que era un sanguinario igual o peor que El Führer y Mussolini.
Los chinos pudieron descubrir también que Mao Tsé Tung y su mujer Jiang Quing habían instaurado un régimen de terror que les costó millones de muertos.
Idi Amin, un aprendiz de Hitler bajo su locura de dominio decidió implantar en Uganda un régimen totalitario combinando los principios del Sagrado Corán con una visión izquierdista y profundamente antioccidental, el resultado final sería la creación de una de las peores dictaduras del siglo XX.
Al hombre más sanguinario de Uganda se le atribuye la muerte de decenas de miles de ugandeses en la década de 1970, su régimen tiránico, de terror y excentricidades  fue uno de los peores de África.
En los mismos escenarios podemos recordar a Somoza en Nicaragua, Alfredo Strossner en Paraguay, Augusto Pinochet en Chile, Jorge Rafael Videla en Argentina, Manuel Antonio Noriega en Panamá, Fidel Castro en Cuba.
José Leonidas Trujillo, Su Excelencia, Benefactor y Padre de la Patria Nueva en la República Dominicana sería inmortalizado por los excesos en La Fiesta del Chivo de Mario Vargas Llosa.
Y sin ir tan lejos ¿Cómo no recordar a Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez en Venezuela?
No se puede obviar a los esposos Nicolae  Ceausescu y Elena en Rumania, culpables de torturas, represión y asesinatos.
A la caída del régimen comunista fueron juzgados y fusilados ante el silencio inimaginable de su pueblo.
Otro de los dictadores más sanguinarios fue Pol Pot, quien tendría la responsabilidad de conciencia al tener en su haber la matanza de cuatro millones de personas en Camboya.
No olvidemos que en un momento de la historia estos héroes revolucionarios, Mesías o Caudillos  en las ínfulas de victorias fueron apoyados por millones de seguidores, enceguecidos adoraban fervientemente al nuevo Dios cuya estatua de bronce descansaría en un pedestal de barro, después de pasado el holocausto, tan sólo pudieron decir: - Yo no lo sabía.
De pronto la ambición de poder lleva a hechos muy difíciles de creer, tenemos un ejemplo en la historia más reciente de Mugabe, el Sátrapa endiosado de Zimbabwe lo dijo de esta manera: “Sólo Dios puede quitarme el poder”
¡Ah! Todo está claro, el inframundo es lugar de condenados y el macromundo sitial del poderoso… Y me pregunto ¿qué mecanismos  tienen los pueblos si los agresores que se convierten en tiranos para no decir verdugos, son los propios Presidentes? Y en mi reflexión pienso que la libertad es más que la vida porque sino ¿Para qué queremos la vida? De paso sea dicho: Los hombres fácilmente se engañan con eso de la libertad –Tomando estas palabras de Kafka – Así como el sentimiento de la libertad es uno de los más sublimes, pero ¡Cuidado! el engaño que engendra también es supino.
Hace rato que se ocultó el sol, se convierte en una invitación a escribir al caer la tarde, inspiración mía me acojo con confianza en tu regazo para seguir mi testimonio y me sobra tiempo para rezar el rosario…

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