Desde el bunker del poder bolivariano se añora al grupo terrorista. Sus tenebrosas acciones contra la racionalidad humana, son admiradas por Hugo Chávez y su séquito de orondos boliburgueses. Las FARC representan las oscuras maquinaciones de los embaucadores de la juerga revolucionaria. El revoltijo ideológico que desgobierna a Venezuela, asegura que la acción violenta es parte de la lucha liberadora de un pueblo en armas.
La revolución venezolana se siente expresada en el movimiento guerrillero. Es por ello que los auspicia con dinero y armas. Sus principales líderes cuentan con la protección oficial. Paradójicamente, los venezolanos carecemos de respuestas efectivas en materia de seguridad personal.
Para el primer mandatario, las FARC son un aliado de gran importancia para socavar las bases de la democracia en el continente. Sueña con la ofensiva final de estos energúmenos, sin importarle que estos acribillen a mansalva a personas inocentes.
El amor revolucionario entre las FARC y Hugo Chávez tiene su emboscada en el corazón. Las tupidas selvas colombianas se convierten en escenario de duras confrontaciones. Cada derrota guerrillera es sentida con hondo dolor en los predios de Miraflores. Sufre lo indecible al sentir como son barridos los rufianes por las fuerzas que quieren mantener el régimen de libertades que caracteriza la vida de la hermana republica, y que la hacen un vivo ejemplo de cómo se puede subsistir, rodeado de administraciones que se amparan en doctrinas falaces.
El escozor penetra las vértebras del socialismo bolivariano. Sus amigos terroristas caen como naipes. Gruesas lágrimas ruedan por las mejillas resecas del proceso socialista, saben que sus iconos de la violencia tienen los días contados. Que por más que disparen y se arrastren por los inexpugnables bosques, ellos perecerán en la misma ley de sus oscuras confabulaciones. Nadie que utilice la violencia como instrumento de lucha puede librarse de su propia trampa. Ellos están condenados por la historia a sufrir el aniquilamiento de sus prácticas horrendas. Sólo les quedan dos combustibles de enésima potencia: el dinero venezolano y los inmensos recursos que genera el negocio del narcotráfico. Con estos elementos sostienen su precaria estructura de hombres y mujeres envenados por una ideológica terrorista que busca reposo en la muerte de inocentes.
En el carrusel del amor eterno conviven las FARC  y el chavismo demacrado. Caminan juntos en un mismo corazón. Se guardan fidelidad absoluta y  hacen planes para el futuro inmediato. El manto protector de la corrupción política busca apoyar al grupo atascado entre el bombardeo del ejército colombiano, y la selva a que se viene encima con la carga de sus diálogos de sombras. Cae la tarde haciendo filosofar la esperanza de un destino cada vez más incierto.
Las viejas promesas de amor tienen los días contados. En Miraflores aguardan por buenas noticias… llegó la hora de las definiciones.

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