Se han colocado tantas letras en estos papeles que hablar de lo mismo sería un pecado, es una aberración al esfuerzo del trabajador que coloca la tinta en la rotativa o que sube la información a la web en su día a día. Los esfuerzos que se hacen cotidianamente para exponer los datos a ese caótico y difícil mundo en el que nos encontramos, necesitan que los ciudadanos responsables utilicen mejor sus palabras, textos e información. De no ser así, será objeto de desperdicio en el gigantesco mundo de la información.

El mensaje de la esperada renovación venezolana no puede ser repetitivo en sus formas. Sabemos muy bien que con el corazón todos y todas esperamos poder trabajar en un espacio público plural y accesible, eso sería la principal idea que marcan nuestra esperanza, pero cómo presentar ese plato en la mesa de los venezolanos, merece menos golpes de pecho y más consideración estratégica y patriótica.

En un país donde la memoria inmediata de las personas es increíblemente olvidadiza sobre sucesos del pasado histórico reciente, aún cuando nos afecte a todos, se hace preponderante y fundamental meterle más la cabeza para analizar qué hablamos, cómo lo hablamos, dónde lo hablamos, cuando lo hablamos, ante quien lo hablamos y para qué lo hablamos: no más que las 5W H que el periodista considera cuando redacta su noticia.

El estudio de los factores anteriores no es algo que pueda causar una convulsión intelectual en nosotros como mortales prácticos nacidos en una patria que se proyecta color de hormiga para sus habitantes. Es el vivo uso de la lógica y la objetividad real cuando pensamos abrir la boca en público. Si no lo queremos así, no lo hagamos, porque ocasionamos un daño a la opinión generalizada agregando un aderezo no tan sabroso, pues la comunicación ejerce un efecto impresionante en el venezolano, y eso sí que se debe tomar en cuenta en todo momento.

Una nación políticamente dividida, donde no hay espacio para otro sector que no sea el oficial en la cosa pública, donde la persecución a la disidencia tiene niveles alarmantes para la comunidad internacional y donde la corrupción y la mala gerencia está llevando al foso al Estado y su esqueleto formador, requiere una luz al final del túnel que sea bien presentada por las instituciones y organizaciones que le hacen frente al equipo gobiernero.

La acción no puede ser hacer oposición por el hecho de enfrentar a un partido que se apoderó del dinero criollo, sino mantener una pierna junto a la otra muy firme en el concepto que se expone al país y estratégicamente entregar el corazón a la patria, pero usando la cabeza y pensando cada palabra.

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