Quiero felicitar sinceramente la decisión asumida por Leopoldo López de constituir un nuevo partido político. Aun cuando pareciera una contradicción con el anhelo expresado mayoritariamente de consolidar la unidad, no lo es, ya que antes que la unidad, la gente pensante, quienes usamos el cerebro; deseamos ansiosamente que en Venezuela se arraigue un nuevo paradigma para la actuación de los partidos y de los políticos en general. Queremos dejar atrás el clientelismo y el dañino caudillismo. Es una grave responsabilidad la que asume Leopoldo López, si tiene éxito se llevará el mayor de los premios, si fracasa, por lo menos hizo el intento.

Debe analizar fría y desprejuiciadamente el por qué del desplome del prestigio de los partidos en Venezuela, que ha llevado a que los dos que copaban el 90 por ciento de la escena, hoy, juntos, no alcanzan ni siquiera el 10 por ciento. Y el por qué los partidos constituidos en los últimos diez años no han pasado de ser estructuras electoreras, misión que por cierto cumplen muy mediocremente, debido a que poseen un liderazgo unilateral, en el que la voluntad de una sola persona es la que prevalece. Nacieron con los mismos vicios que atrofiaron a sus antecesores y han sumado vicios nuevos sin que el cristianísimo propósito de enmienda o el humano remordimiento les afecten.

Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Gustavo Machado fundaron partidos apoyados en la solidez de sus capacidades intelectuales y morales. Gozaban del respeto general y fueron ciudadanos ejemplares. Algunos de ellos no hicieron cuestión de honor ocupar los privilegiados cargos de dirección en sus partidos. Tenían la seguridad en sí mismos y en su influencia política, a diferencia de sus sucesores, quienes por su nulidad intelectual y moral tienen terror a ser desplazados de sus cargos y se aferran a ellos cual garrapatas, al igual que el Chávez al que tanto critican.

Sólo quienes sean muy mediocres y mezquinos criticarán la iniciativa de Leopoldo López. Le recomiendo utilice todas las modernas tecnologías de comunicación para mantenerse en contacto directo con sus seguidores y simpatizantes y hacerles llegar su mensaje. Que haga planteamientos claros, precisos y sencillos. No hable de lo que no sepa o no tenga seguridad. No tema a las críticas y evite las discusiones estériles. La acción vale más que la intención.

Desde mi humilde condición de militante de base de Acción Democrática, avergonzado del proceso electoral clandestino, subterráneo y poco transparente que supuestamente se lleva a cabo allí, saludo su iniciativa y deseo de todo corazón que la organización que acaba de fundar dicte cátedra para que los venezolanos tengamos más y mejor democracia, con partidos políticos modernos, honestos y serios, que respeten siempre la voluntad
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