¿Sobreviviremos al holocausto criollo?
Escrito por Tulio Hidalgo Vitale   
Miércoles, 02 de Diciembre de 2009 06:25

altTenzin Gyatso, decimocuarto Dalai Lama, Premio Nobel de la Paz, guía espiritual del pueblo tibetano decía: “Quizá podamos rechazar cualquier religión e ideología, pero no podemos negar nuestra necesidad de amor y compasión”. Este mensaje debería convertirse en una reflexión constructiva de quienes estamos sufriendo las terribles consecuencias de un país político dividido, desfigurado por el odio entre hermanos, incapaces hasta ahora, de imponer la bondad innata del ser humano a la arrolladora negación de valores, creada en el escenario antagónico de chavistas, ni-ni y opositores, panorama nada propicio para que prospere cualquier intento por disminuir los niveles de violencia. Por el contrario, el crítico ambiente de confrontación existente la fortalece.

Pareciera un tanto difícil hablar de amor y compasión en tiempos de guerra, pero no podemos negar que las diarias matanzas que azotan nuestra aporreada tierra venezolana requieren una sincera toma de conciencia, el asesinato en la Venezuela de hoy se practica sin una razón aparente, ya no es porque alguien opuso resistencia al robo, se mata por el “placer de matar”, se mata con saña a una o más personas con la mayor facilidad y lo que es más grave aún, con absoluta impunidad, se mata a las puertas de la casa del barrio o la urbanización, se mata frente al banco, se mata frente a una fiesta y dentro de ella. Se mata frente a un semáforo, en un estacionamiento y en presencia de niños que en muchos casos son también ajusticiados con sus padres.

¿Cómo explicar este desbordamiento de la conducta criminal en todos los ámbitos de nuestra sociedad?

Al margen de las razones, se impone la urgente necesidad de frenar este genocidio que aun cuando no cuenta con las crueles cámaras de gas de los nazis, se materializa mediante el solapado mecanismo de los mensajes incendiarios de las fuentes gubernamentales y la indiferencia oficial para apresar y castigar a los asesinos que circulan libremente por el país, culpables de enterrar una generación de jóvenes venezolanos para dejarnos como resultado la construcción de un país de viejos, sobrevivientes al holocausto criollo.

Compatriotas chavistas que ejercen funciones de gobierno, ni-ni y opositores, el crimen no hace diferencias para sembrar tragedias en nuestros hogares.

No permitamos que la indiferencia nos convierta en cómplices. El amor y la compasión que practica y pregona el Dalai Lama hacia sus semejantes, coinciden con los principios cristianos que debe recuperar este noble pueblo, poderosas referencias a seguir para luchar y sobrevivir al holocausto criollo. Es tiempo de actuar unidos.

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