Hoy en día ningún líder de la izquierda, así sea la más radical, quiere hablar de “comunismo” ni se proclama “comunista”, porque todo el mundo, hasta el más fanático de los seguidores de la ideología marxista, sabe perfectamente que eso sería contraproducente. Actúa como un “comunista”, promueve, con las buenas o con las malas, la creación de una sociedad donde no existan clases sociales, típico de la ideología comunista, pretende que el Estado lo controle todo (medios de producción, información, sistema educativo, etc) como se hacía en todos los países comunistas, nacionaliza las empresas, expropia las tierras, aspira a derrocar la burguesía y crear una auténtica dictadura del proletariado de acuerdo a los cánones tradicionales del “comunismo”, aplica medidas financieras restrictivas como el control de cambio, con cualquier pretexto cierra los medios de comunicación que no comparten su ideología, en plena sintonía con el más rígido comunismo, en otras palabras, aspira a reexhumar un modelo de conducción socioeconómico que ha fracasado en el mundo entero provocando más de cien millones de muertes violentas, como ha sido el “comunismo” pero... dice que él no es comunista!

Imagínense que el mismo Fidel Castro, prototipo de los dictadores comunistas en el mundo, en una oportunidad y frente a la prensa internacional, tuvo el desparpajo (iba a decir otra cosa mas no se debe!) de declarar lo siguiente: “decir que somos comunistas y que estamos infiltrados por agentes comunistas es una vergonzosa calumnia contra la revolución”. A los pocos meses, en la plaza José Martí de La Habana, se retractó descaradamente y dijo “urbi et orbi”: “yo he sido, soy y siempre seré marxista leninista”!

Ahora bien, frente a la “inconveniencia” de utilizar la palabra “comunismo”, término demasiado traumático ya que en cien años de su historia ha producido solamente desastre, pobreza, miseria y muerte, esos líderes han considerado oportuno recurrir a un término sustitutivo, a una metáfora de la palabra “comunismo” pero menos impactante, sin pensar que con eso están subestimando la capacidad intelectiva de la gente. Y así algunos, como el fallecido presidente chileno Salvador Allende, lo han nacionalizado llamándolo “socialismo a la chilena”, otros le han agregado la palabrita “democrático”, un comodín muy usado por la extrema izquierda, como han hecho, por ejemplo, en Italia donde el partido comunista más poderoso del mundo occidental, ahora se llama “partido democrático de la izquierda”, otros en fin han optado por identificarlo con el siglo de pertenencia.

Lo que llama la atención es que haya tanta gente que, por ingenuidad, por torpeza mental o para defender intereses personales, no quiera tomar conciencia de lo que realmente está sucediendo y siga creyendo en ese “arroz con mango” de la política que, con alevosía y con argumentos aparentemente convincentes, es presentado por esos líderes modernos.

No importa que sean mentiras! Lo único que tiene realmente importancia es que nunca debe pronunciarse la palabra “comunismo”!

Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla