Tragedia de errores
Escrito por Víctor Maldonado C. | X: @vjmc   
Lunes, 23 de Noviembre de 2009 14:23

altMientras escribo estas letras llueven amenazas y los aparatos de la conjura institucional están en las calles buscando a sus víctimas. Pérez Vivas, Pablo Pérez y Guillermo Zuloaga están esperando por los hechos cumplidos. Cada uno de ellos con pleno conocimiento del ataque artero que se está complotando contra ellos.


La fuerza manifiesta sale de los cañones de los fusiles
Mao Zedong

… pero la orden de disparar se da con la boca. Un legendario antecesor de Mao advertía que pocos  contaban con la virtud suficiente para detentar el poder de ser obedecido en circunstancias tan cruciales como la vida o la muerte de otros. Sabiduría, sinceridad, humanidad, coraje y severidad eran el quinteto de atributos mínimos que debía detentar un general. Solamente así podría ganar la recurrente batalla interna que le plantean la duda y la desconfianza sobre sus propias capacidades. De ninguna otra forma podría evadir la cobardía que revolotea como un buitre sobre sus propias realizaciones. “Si un general no es valiente será incapaz de ganarle a las dudas o de crear grandes planes”. Sun Tzu se refería al dilema que corroe constantemente la conciencia de los hombres entre hacer lo correcto y someterse a los dictados de la justicia, o caer abatido por la conveniencia del momento. No poder decidir acertadamente es el mayor acto de cobardía en el que puede incurrir un hombre poderoso.

Mientras escribo estas letras llueven amenazas y los aparatos de la conjura institucional están en las calles buscando a sus víctimas. Pérez Vivas, Pablo Pérez y Guillermo Zuloaga están esperando por los hechos cumplidos. Cada uno de ellos con pleno conocimiento del ataque artero que se está complotando contra ellos.  Todos plenamente conscientes del alcance de la apuesta en la que se juegan la vida y la libertad personal simplemente porque representan visiones absolutamente antagónicas de comprender al mundo y a la esencia del hombre y su dignidad humana. Ellos simplemente son parte del vector en contra que se enfrenta a la pretensión insólita de que la seguridad del país pasan por negar la realidad, ocultar la verdad y no llevarle la contraria al mundo de fantasía provisto por y para el presidente Chávez.

Chávez es el Estado de Derecho secuestrado por la arbitrariedad primitiva de la fuerza ejercida sin pudor moral y sin control alguno. No es por cierto nuestro gobernante el tipo ideal aspirado por Sun Tzu. No tiene ninguno de los atributos exigidos al general que así tiene asegurada la victoria. Es otra cosa muy diferente. Es malandrismo oscuro y elemental que dirige sus odios hacia aquellos que le hacen sombra o que contradicen sistemáticamente sus irrealidades. Es la fuerza manifiesta de las armas dirigidas con impudicia y sevicia contra víctimas inermes y frágiles. Es la intolerancia que se convierte en crimen al tratar de imponer por la fuerza una verdad que nadie cree. Es la componenda de los espectros institucionales para simular la justicia donde todo el mundo sabe que solo hay una conspiración criminal de la mentira.

Casualmente se cumplen cinco años de la farsa montada alrededor del crimen del fiscal Anderson. Allí vimos de lo que es capaz el régimen y cuál es el grado de respeto que tiene por la verdad, el debido proceso, la dignidad humana y el derecho a la vida. En este país en el mismo momento en que voló por los aires el fiscal se comenzó a asesinar al Derecho. A partir de allí la ley se convirtió en una excusa para perseguir a la disidencia, encarcelar a los enemigos, y obligar al exilio a los adversarios. No importa que el aliado del momento se haya convertido en un pretexto. Tampoco que su sangre se haya mezclado con el sufrimiento y las lágrimas de quienes vieron morir inexplicablemente a sus hijos, o apresados sus familiares.
En Venezuela no hay Estado de Derecho, y con su ausencia hemos perdido a la democracia como posibilidad de convivencia civilizada. A cambio habremos de soportar el tener que convivir con la posibilidad de lo artero sin límites. Igual te ponen preso que te quitan la casa o te allanan la finca y te confiscan la empresa. No se sabe hasta dónde pueden llegar, porque este poderoso que nos ha tocado en suerte ha sido abatido por la tentación de la soberbia. Quien ve que puede más que otros, piensa fácilmente que sabe también más. Gregorio Magno no dudó en calificar esta presunción como demoníaca. Ya sabemos por qué: el poder absoluto se corrompe absolutamente.

Por miedo a la verdad, el presidente Chávez va a practicar indebidamente la razón de Estado y va a simular un proceso contra Guillermo Zuloaga. Eso es un acto de cobardía, pero sobre todo es la continuación de una tragedia de errores que poco a poco  lo van a hacer objeto de la vieja profecía de Sun Tzu: Aquellos generales que no logran tener la maestría de las cinco cualidades serán finalmente derrotados.    

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