En el mundo, vivimos hoy, algo así como seis mil ochocientos millones de seres humanos. Eso quiere decir que cada día, de los trescientos sesenta y cinco que componen el año, cumplen años dieciocho millones seiscientos mil seres humanos. Muchos de ellos, ni se enteran.

El calendario, que ha sufrido variaciones con el transcurso del tiempo y presenta distintas versiones en lugares de diferentes culturas, dice que cumplimos años cada vez que la posición relativa entre la Tierra y el Sol es "idéntica".

La fecha y hora del nacimiento de cada quien, su ubicación geográfica y algún otro factor, dicen los astrólogos, que determinan el futuro de ese ser. De allí la popularidad de los horóscopos y la discutida y discutible afición de muchas personas a someterse a las premoniciones de adivinos, brujos, videntes, agoreros, profetas, cartománticos, zahoríes y arúspices que por algún dinero les "dicen" su futuro.

Por aquello de que "de que vuelan, vuelan" nos resistimos a negar la validez de dichos pensamientos, pero somos fervientes creyentes de que el futuro de cada quien se lo provee él mismo. Componentes fundamentales son su preparación y su actitud ante la vida y sus acontecimientos. Estos atributos deben promoverse y cultivarse todos los días de todos los años de la vida.

Los estudios y la educación en el hogar son etapas fundamentales de la correcta instrucción del niño y el joven. No pierde vigencia el famoso libro de Manuel Antonio Carreño, "Manual de urbanidad y buenas maneras" escrito a mediados del siglo XIX, que divulga las mejores costumbres en muchos campos del diario quehacer. La Moral y la Cívica, desaparecidas de los programas educativos, son materias esenciales para la formación de verdaderos ciudadanos. El ejemplo de los padres, de los maestros y de quienes conducen las sociedades, es fundamental en el desempeño de las colectividades.

Se celebran de manera singular, varios de los cumpleaños de un joven y su oportunidad, en varias ocasiones, depende del sexo del homenajeado.

Los quince años son oportunidad propicia para celebrar el cambio entre la niñez y la adultez, para las niñas que se transforman en jóvenes, es punto de partida de sus esperanzas.

Ahora a los dieciocho años -en nuestros tiempos a los veintiuno- se celebra la mayoría de edad, tiempo en el que el individuo llega a su propio dominio, cree él... Vienen los tiempos cuando se terminan los estudios formales y se piensa en el matrimonio.

A partir de este singular acontecimiento, en nuestra cultura, se centran las atenciones en la concepción y las celebraciones de los hijos.

Conocemos muchas personas que se disgustan y le ponen mala cara a sus aniversarios. Son personas que temen a la vejez. Otras, por el contrario, celebran sus cumpleaños con reuniones de cierta magnitud y concurrencia.

Recordamos que nuestro suegro, Jacinto Gutiérrez Gómez, tuvo pavor de la edad hasta que llegó a la sabia edad de los ochenta años. A partir de ese aniversario, celebró contundentemente cada uno de los catorce años que vinieron luego, y siempre decía: "La manera de no cumplir, es malísima".

Celebremos que vivimos. Entreguemos nuestras actividades y nuestro desempeño al engrandecimiento de nuestras familias y colectividades. Y recordemos que uno de los secretos del buen vivir se fundamenta en la enseñanza de Benito Juárez: "El respeto al derecho ajeno, es la paz". Feliz cumpleaños.

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EU/OyN