El sitio de Dudamel
Escrito por Patricia Rodríguez   
Miércoles, 23 de Marzo de 2011 05:32

altUna de las mejores caras que ofrece nuestro país al mundo es el Sistema de Orquestas. Cumplió 36 años. Une a los niños para que aprendan música y la enseñen a otros según van creciendo. Une a sus familias en el empeño hermoso y sano de convertir el arte en un vínculo irrompible que fortalece la cultura de las comunidades.

Tamaño proyecto necesitaba una sede digna de sus logros.

Durante casi 10 años se ha construido en Quebrada Honda, con el financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo, aportes de la empresa privada y del Gobierno venezolano.

Hoy integran el Sistema 350.000 niños que tienen la música como una manera de afrontar los problemas de la vida y elevar sus conocimientos, su amor por el arte, por la disciplina y la responsabilidad.

Uno de esos niños salió de Barquisimeto tocando violín y se convirtió en uno de los grandes directores de orquesta del mundo. Hoy es símbolo del Sistema: Gustavo Dudamel. Esa sede, donde siempre ensaya, dirige o ayuda a los niños y jóvenes, es su lugar.

Allí está cada vez que se le requiere. Dudamel, la imagen internacional, la prueba de una utopía posible gracias a ese sistema milagroso.

Es un logro real, emocional y artístico que pertenece a Venezuela. Un artista orgullo de todas nuestras gentes. Por tanto, en los momentos más importantes del Sistema, él debe estar presente porque el público exige verlo haciendo lo que sabe hacer.

Pero Dudamel no es sólo un resultado del Sistema. También lo es de su personalidad voluntariosa y talentosa. Él actúa para todos los venezolanos y los que quieran oírlo, sin discriminación, porque la música supera cualquier barrera.

En el acto inaugural de la sede estuvieron representados el Gobierno, a través del Presidente, y una pluralidad de sectores que desde hace 36 años han apoyado la idea de la utopía posible que ha sembrado incesantemente el maestro Abreu.

Dudamel se encargó de dirigir parte del concierto. Era lógico, natural e irreprochable que estuviera allí. En un día así el único lenguaje y el único mensaje predominantes fueron los de la mejor música. La que suena hoy en Venezuela, hecha posible por la multitud de niños y jóvenes que se dedican a transformar la miseria en belleza, desde el corazón de todos esos jóvenes intérpretes de las orquestas que pertenecen al Sistema y cuyo maestro generacional surgió de ellos mismos y en la persona de Dudamel.

Era necesaria, incontestable su presencia aquel día allí, como lo será siempre que el Sistema tenga que distinguirse. Dudamel es su reflejo natural, su símbolo, su producto excelente. En un proyecto que va camino de cumplir su cuarta década con una firmeza y una ambición de crecimiento que no conoce barreras, la realidad de su sueño ha demostrado que el Sistema funciona positivamente y le hace bien al país, a su desarrollo, a su cultura, a sus sueños de futuro.

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El Nacional


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