Paul Auster: diario de un conspirador
Escrito por Ricardo Silva Romero   
Miércoles, 07 de Marzo de 2012 07:11

altEste escritor estadounidense es para la generación de hoy lo que García Márquez fue para la suya: un objeto de culto. Sus libros han sido traducidos a todos los idiomas y facturan millones de dólares. En medio de las críticas, que aseguran que ha comenzado a repetirse, acaba de publicar ‘Diario de invierno’, una novela de corte autobiográfico. ¿Aún no ha leído a Auster? Empiece por alguno de estos títulos: ‘La trilogía de Nueva York’, ‘Leviatán’ o ‘Mr. Vértigo’. De seguro se convertirá en un nuevo fanático.

De puertas para afuera:

Paul Auster sigue sintiéndose “exiliado dentro de sí mismo”. Se dio a conocer en los remotos círculos literarios por sus cuidadosas traducciones del francés, por un par de perturbadoras obras de teatro de un solo acto, por sus pequeños ensayos sobre los escritores que notaron lo absurdo que es pasar por el mundo. Fue un estupendo poeta “en constante lucha contra los límites de las palabras”, hasta una noche de 1978 en la que tuvo que valerse de la prosa. Es el autor de, por lo menos, cinco libros imborrables: La invención de la soledad (1982), Ciudad de cristal (1985), El palacio de la luna (1989), Leviatán (1992) y Mr. Vértigo (1994). Su nombre va de librería en librería por todo el planeta: hoy lo pronuncian los lectores de su recién publicado Diario de invierno con la seguridad de que están hablando de un gran narrador. Y él sigue redactando ficciones en cuadernos porque aún no encuentra otra manera de sanarse.

De puertas para adentro:

Paul Auster fue concebido el 19 de mayo de 1946: el primer día de la luna de miel de sus papás. Para el 3 de febrero siguiente, el día nublado en que nació, el indescifrable Samuel y la ruidosa Queenie tenían más que claro que casarse había sido un error. Auster se fue volviendo Auster ―se salvó por poco de morir fulminado por un rayo, supo que era mejor el beisbol que la rutina, leyó y releyó la biblioteca que su tío metía en cajas en el sótano de la casa, caminó solo por Dublín con el descreimiento de sus personajes, se casó con la traductora Lydia Davis pues también usaba la literatura como una muleta, escapó con ella a París mientras lograba soportarse a sí mismo, empezó a escribir “desde una intensa desesperación personal” y llevó a cabo toda suerte de trabajos para comprarse el tiempo que requiere un escritor― hasta que sus padres se permitieron separarse.
Punto de giro:

Es la mañana del 14 de enero de 1979. Paul Auster, de vuelta en Nueva York, recibe la noticia que le cambiará la vida: su misterioso padre, que nunca dijo lo que vio, ha muerto de un infarto en la noche. “Estaba al final de mis fuerzas ―dice―: tenía un niño pequeño, un matrimonio destrozándose y unos ingresos minúsculos”. “Y entonces mi papá murió ―agrega― y yo heredé una suma de dinero que le dio a mi vida un curso diferente”. Desde ese momento, desde los 32 años, no sólo encontró el tiempo sino la paciencia para convertirse en el brillante narrador que es. Retomó sus juegos con la literatura policiaca ―que por pura necesidad había ensayado, bajo seudónimo, con la divertidísima novela Jugada de presión― para crear su célebre Trilogía de Nueva York. Y, convertido en un autor publicado, convertido en un rumor en los movedizos círculos literarios, de 1982 a hoy ha venido haciendo una obra extraordinaria.
Talón de Aquiles:

A comienzos del nuevo siglo, cuando publicó El libro de las ilusiones, Paul Auster era una estrella, una voz inconfundible, una marca registrada del mundo de los libros: sus novelas circulaban por el mundo entero, sus valientes declaraciones eran tenidas en cuenta por los intelectuales en los Estados Unidos de Bush, sus películas nebulosas, de Smoke (1995) a La vida interior de Martin Frost (2007), eran acontecimientos entre los lectores. Y sin embargo era fácil que un lector como yo, que hubiera leído sus novelas desde la primera hasta la última, comenzara a sentir que Auster se había extraviado en su propio laberinto: que desde la maravillosa Mr. Vértigo había comenzado a copiarse a sí mismo como si hubiera puesto frente a un espejo sus estupendos libros de los ochenta y los noventa. Cierto: sólo Paul Auster podría reflejar tan bien a Paul Auster. Pero resultaba incómodo leerlo.
Noticia de última hora:

Pero cabe esperar que, así como aquellas memorias tituladas La invención de la soledad y A salto de mata (1997) le abrieron paso a nuevos períodos de su obra (la primera dio origen a sus grandes novelas, la segunda dio vía libre a sus reflejos), este Diario de invierno que acaba de publicar sea el comienzo de una etapa que nos sorprenda de nuevo a sus más fieles lectores. Diario de invierno, un autorretrato que apareció en español mucho antes que en los demás idiomas en los que suelen publicarse sus libros, parece prometer que la tercera edad de Paul Auster ―desde hace años vive en su apartamento en Brooklyn, Nueva York, con la escritora Siri Hustvedt― será el punto de partida de relatos novedosos que vuelvan a hacernos sentir que acabamos de descubrir que la vida es una conspiración que se nos sale de las manos.

Anatomía: Nombre: Paul Auster. Nacimiento: 3 de febrero de 1947 en Newark, Nueva Jersey. Sus cinco novelas más recientes: Brooklyn Follies, Viajes por el Scriptorium, Un hombre en la oscuridad, Invisible, Sunset Park. Reconocimientos: Premio Médicis Étranger (1993) por Leviatán, Premio Príncipe de Asturias (2006) por toda su obra, miembro honorario (2006) de la Academia Americana de Artes y Letras.

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