Antorcha venezolana
Escrito por Francisco Gámez Arcaya   
Lunes, 04 de Junio de 2012 14:44

altNació cuando yo tenía siete años. Mi primer hermano, a quien forzosamente apodé Roly por la deficiente pronunciación infantil de sus dos nombres: Raúl Ignacio. Tendría muchas cosas que escribir de él porque, al fin y al cabo, de los hermanos siempre hay mucho que contar. Pero hoy no escribiré del Roly nuestro sino del Raúl Sanz Arcaya de todos. De ese golfista venezolano que, entre decenas de miles de personalidades del deporte mundial, fue seleccionado para llevar, el viernes pasado, la antorcha olímpica durante su recorrido hacia Londres. Un honor compartido con futbolistas como David Beckham y Didier Drogba o la célebre gimnasta Beth Tweddle, entre otros.

La carrera deportiva de Raúl ha sido nutrida ciertamente de talento pero también de muchísimo trabajo y constancia. Comenzó jugando golf a los cinco años como parte de una actividad familiar. Siendo un niño de escasos siete años, Raúl se paraba en la salida de la cancha para comenzar el juego y los alrededores se paralizaban por la curiosidad y la admiración. Recuerdo cuando jugó el Campeonato Nacional Infantil de Golf en Maracay, tenía unos diez años y ganó rompiendo el record nacional de su categoría. Al completar el último hoyo, Raúl soltó el palo, corrió y nos abrazamos de alegría. Ya para entonces su vida y el golf iban en paralelo. Apenas con dieciséis años juega el Abierto de Venezuela, torneo en el que compiten los mejores golfistas profesionales y aficionados. Ese muchachito flaco, de aspecto y de condición escolar, quedó de subcampeón general del torneo y de primer lugar entre los aficionados. Nadie podía creerlo. Más adelante, en su graduación de bachiller, su colegio, el Instituto Cumbres de Caracas, le hace un emotivo reconocimiento por su destacado papel deportivo. A los dieciocho, la Universidad de Arkansas le otorga una beca y se nos va a Estados Unidos por cuatro años, regresando al país convertido en golfista profesional. Raúl ha sido Campeón Nacional de Venezuela en todas las categorías y desde 1997, ha jugado en no menos de cincuenta competencias internacionales, representando al país en todos los continentes del mundo.

Sin embargo, su vida de deportista profesional no ha sido fácil. A diferencia de otros muy conocidos atletas venezolanos que gozan de las prebendas del poder político y de sus grandes patrocinios, Raúl cuenta con el apoyo de los pocos patrocinantes privados que aún le apuestan heroicamente al deporte nacional. No obstante, cuando los periodistas le preguntaron a Raúl en qué pensó mientras llevaba la antorcha olímpica, él contestó: “Solo pensaba en el país, en nuestros deportistas, en nuestros talentos”.

Mientras aquí nos hablan de revoluciones armadas y de andar rodilla en tierra, supongo que para estar pestos a matar, Raúl empuña la antorcha luminosa y cálida del deporte y de la nobleza. Mientras aquí el hampa, con armamento de guerra en mano, amenaza la vida de inocentes, Raúl le muestra al mundo el lado bueno del venezolano. Mientras aquí algunos elevan el puño y lo golpean rabiosamente contra la otra mano, Raúl saluda con su mano libre a un mundo que vio en él la Venezuela de la paz. Gracias Roly por darnos esta brisa fresca de orgullo venezolano.


@GamezArcaya


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