Ese cambio climático es producto del llamado “efecto invernadero” provocado por las emisiones de dióxido de carbono, generado básicamente por la combustión de hidrocarburos fósiles (petróleo) que, hasta el presente, representan la primera fuente energética, especialmente para el transporte automotor y que no solo está provocando los huracanes, sino igualmente grandes sequías en algunas áreas del planeta, con graves daños para la agricultura y escasez de agua potable; mientras en otras regiones se producen torrenciales lluvias y el progresivo elevamiento del nivel de las aguas marinas por el derretimiento de los cascos polares.
El tema ambiental cada vez hace mayor énfasis sobre políticas para reducir drásticamente la combustión de hidrocarburos fósiles a fin de combatir el calentamiento atmosférico y evitar su progresivo incremento, lo que podría producir consecuencias apocalípticas para la existencia de la vida humana en el planeta. Por ello están surgiendo novedosas alternativas de energías renovables y no contaminantes, y en el área del transporte que representa más de 60% de la demanda petrolera, está surgiendo la alternativa de vehículos eléctricos, que desde hace tres décadas inició su desarrollo alcanzando en la actualidad grandes avances, todo lo cual indica que a corto plazo esa modalidad de transporte automotor habrá desplazado notablemente la demanda petrolera para esos fines.
No hay dudas de que el impacto de estos cambios, que podrían significar el fin del petróleo como fuente energética fundamental, va a tener consecuencias profundas sobre nuestro modelo rentista, lo cual obliga a emprender –sin dilaciones– las políticas apropiadas para enfrentar ese reto.
@celaup
Siganos en