Armamentismo en Sudamérica
Escrito por Francisco Morales Bermúdez   
Miércoles, 02 de Septiembre de 2009 10:07

altLas causas que originan el armamentismo en Sudamérica siguen siendo territoriales, pero también políticas, económicas e ideológicas, a las que se suman los “efectos de demostración” que arrastra la tecnología militar moderna, originada en los países industrializados. Los avances que se han producido en ciencia y tecnología han hecho posibles sistemas muy complejos, con notable incremento de su costo de producción y de mantenimiento, incluyendo la necesidad de alta calificación del potencial humano para su empleo y conservación.

Como no existe un mecanismo de seguridad colectiva que sea eficaz en el continente, uno de los principios más importantes en este contexto es el derecho a la “legítima defensa” y no cabe aceptar la limitación de armamentos en medida apreciable sino en el caso de crearse en la región un sistema de seguridad que tenga en cuenta el contexto internacional. No es suficiente la transparencia en gastos militares ni el establecimiento de mecanismos bilaterales para una medición del gasto en armas.

Es indudable que la corriente armamentista en Sudamérica disminuiría si se fortaleciera el débil sistema jurídico internacional y la OEA, si se incrementaran las “medidas de confianza mutua” entre los países y si se desarrollaran mejor los procesos de cooperación militar subregional. Conjuntamente con lo anterior, los países sudamericanos deberían refundar un bloque que, sin disminuir sus relaciones de intereses con los otros países del continente, signifique una corriente subcontinental que sea compatible con las nuevas tendencias económicas y políticas que están surgiendo en el siglo XXI, dando lugar a una nueva realidad estratégica-política: la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) ya constituida desde el 2007, pero todavía no cimentada sobre bases estables, confiables y sólidas.

Avanzar en el desarrollo de estos criterios es fundamental para poder enfrentar cooperativamente y con éxito los desafíos globales que individualmente ningún país de Sudamérica podría vencer. Lamentablemente esta posibilidad se viene perdiendo debido a los radicalismos ideológicos de los gobiernos de determinados países, lo que impide la constitución de una base política común que sirva de sustento al sistema.

Solo así se podrá limitar el armamentismo cuyo exceso obstaculiza la capacidad económica que debe aplicarse a una estrategia social, reduciéndolo a lo indispensable que se requiere para obtener una apropiada “capacidad disuasiva”. Evitaríamos así, también, la situación alarmante que se crea cuando algunos países del área se orientan hacia un intenso y constante incremento de su potencial militar y que este alcance límites muy superiores a los necesarios para su propia defensa, lo cual lejos de contribuir al mantenimiento de la paz, será un factor de desestabilización.

La condición indispensable para lograr un acuerdo eficaz de “limitación de armamento”, es que refleje y estabilice un equilibrio de poderío militar que los países del área consideren satisfactorio y preferible a un equilibrio que podría resultar de una competencia irrestricta de armamento. Ese equilibrio debe expresarse según el concepto de “paridad de opciones”, referido a la relación de fuerzas en que ninguno tenga una ventaja absoluta tal que amenace la seguridad del otro u otros y que ninguno carezca de una capacidad de represalia asegurada.

Por todo ello, creo que es necesario que en la Unasur se vaya formando conciencia de la necesidad de “limitar armamentos”, con el esfuerzo mancomunado de todos los países del área, compatible con criterios mínimos de seguridad nacional y seguridad subcontinental. Hay que ir fortaleciendo la idea, aún inmadura, de que Sudamérica se convierta en zona de paz.

Considerando los cambios ocurridos en el mundo y en la región es que las principales hipótesis a mediano plazo están referidas principalmente a escenarios de tensión. En ellos pueden aparecer elementos de fuerza, como parte del manejo de crisis, o el conflicto. No obstante, la posibilidad de escalada y la posibilidad de pérdida del control que conduzca a situaciones prebélicas, son variables que deben ser consideradas en el contexto general de la conducción política y de las apreciaciones estratégicas.

Para evitar que todo esto ocurra se necesita establecer, en consenso, reglas apropiadas de cumplimiento obligatorio, que sean manejadas por una institución permanente cuyo funcionamiento sea aceptado por todos los países de la subregión, a fin de que se puedan mediar y conciliar los intereses de las partes. Esta institución debe ser el Consejo de Defensa Suramericano de Unasur, creado en Salvador de Bahía en diciembre del 2008.

¿Podrá ser esto una realidad? Pienso que sí, siempre que nuestros gobernantes tengan una clara visión de futuro y eviten caer en proyectos individualistas que, en un mundo cada vez más interdependiente, deforman la realidad de una verdadera y necesaria integración.


(*): Ex Presidente Peruano

Fuente: El Comercio (Perú)


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