Más allá de nuestros deseos
Escrito por Ricardo Ciliberto Bustillos   
Lunes, 08 de Diciembre de 2025 00:00

altNada es tan pernicioso como creer que en política dos y dos son cuatro, o de suponer que una determinada circunstancia genera otra,

con tal precisión, que parece imposible el surgimiento de una totalmente distinta y hasta contraria.

Los venezolanos tenemos mucha experiencia en estas lides. Lo ideal sería que aprendiésemos la lección. Cuántas cosas han sucedido que ni siquiera imaginábamos o que al menos sospechábamos.

Se nos ocurre el caso emblemático de la candidatura presidencial del Dr. Diógenes Escalante en 1945 y que, al revelar graves trastornos mentales, tuvo que sustituirse por la del Dr. Ángel Biaggini, quebrando, de este modo, la posibilidad de realizar unas elecciones consensuadas.

Otra ocasión que podríamos destacar es, cuando bajo el espíritu unitario del 23 de enero, hubo una inesperada ruptura por la subversión de los extremistas de izquierda y los viudos del anterior régimen dictatorial. Las cosas, en un principio, no salieron como estaban previstas. La historia tiene sus achaques.

Así, andando el tiempo, hemos vivido variadas situaciones en que las cuentas, apuestas, análisis, estudios, predicciones y alquimias no han dado los resultados esperados. Tanto, que todavía nos preguntamos acerca de lo sucedido en diciembre de 1998, o que a estas alturas continuamos devanándonos los sesos indagando y hasta justificando qué pasó y porqué.

La política no es un arte o una actividad llena de certezas, como algunos, con un dejo de eufemismo, la tipifican. La política se hace en función de realidades tomando en cuenta una serie de variantes e imprevistos que le dan un carácter muy particular.

En política, una heterogeneidad de factores y circunstancias concurren cotidianamente en su protagónico papel. Por ejemplo, la situación económica y la realidad social acuden permanentemente en su ejercicio, entre otras no menos importantes.

Sin embargo, hay líderes políticos, dirigentes de partidos, hombres de Estado, académicos y estudiosos de la materia que hacen planteamientos muy acordes con sus tiempos y con los por venir. Son individuos que conocen a fondo las miserias y  virtudes del ser humano, el pensamiento y carácter de sus compañeros y adversarios que – a fin de cuentas - les permiten, más no presagiar, pero sí entrever o permitirse advertiracontecimientos o situaciones futuras.

La política tiene un alto ingrediente de imaginación, aunque la realidad obligue a aterrizar y a actuar en consecuencia. Los planes tienen que ser muy cónsonos con la coyuntura en la que se pretenden aplicar. Es cierto que la historia es una cantera de lecciones que debemos aprender.

Para quienes militamos en la democracia, además de nuestra convicción en una mejor educación y en la construcción de unos verdaderos ciudadanos, resulta ineludible, más allá de las inescapables esperanzas y exigentes conductas, la impostergable y necesaria adecuación a la realidad de nuestra  propuestas. Si es necesario un aterrizaje forzoso, bienvenido sea. En este sentido, bastantes yerros hemos cometido al
aspirar metas totalmente divorciadas de la realidad política.

Pensemos, más allá de nuestros deseos, en lo factible o realizable. Ojo, pues!


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