El cambio de Lampedusa
Escrito por Douglas C. Ramírez Vera | @AccHumGremial   
Sábado, 16 de Agosto de 2025 07:23

altGiuseppe Tomasi di Lampedusa (1896–1957) fue un aristócrata y escritor siciliano, conocido principalmente por su única y magistral novela: "El Gatopardo" (Il Gattopardo), publicada póstumamente en 1958.

Aunque escribió poco, su obra se considera una de las cumbres de la literatura italiana moderna. 

La novela retrata el ocaso de la aristocracia siciliana durante el Risorgimento, aunque esta palabra se puede entender como un retorno a la vida, identificándose con la civilización y la liberta sirvió para bautizar el proceso de unificación italiana en el siglo XIX. Este proceso se ve en la novela, a través de la figura del príncipe Fabrizio Salina. 

En la novela Tancredi Falconeri—camino a unirse a las fuerzas de Garibaldi— le dice a su tío, el príncipe Fabrizio Salina:  "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie". Reflejando así el tema de la adaptación para sobrevivir.

En 1963, Luchino Visconti llevó la novela al cine, protagonizado por Burt Lancaster y Alain Delon. En marzo del 2025 se estrenó la segunda adaptación en Netflix. La miniserie fue dirigida por Tom Shankland, en colaboración de Laura Luchetti y Giuseppe Capotondi.

Lampedusa capturó como nadie la Sicilia decadente, mezclando historia, ironía y nostalgia. Su obra es comparada con la de autores como Thomas Mann o Marcel Proust por su profundidad psicológica y estilo elegante. 

El tema principal de, El Gatopardo es que el cambio social y la decadencia son inevitables, explorado a través de la lente de la aristocracia siciliana durante el Risorgimento. La novela muestra cómo las revoluciones políticas, aunque aparentemente transformadoras, a menudo perpetúan las estructuras de poder bajo nuevas apariencias. El príncipe Fabrizio Salina, protagonista y alter ego de Lampedusa, encarna la melancolía de una clase que ve su mundo desaparecer, pero también la astucia para adaptarse "cambiar todo para que nada cambie".

La célebre frase (en italiano): "Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi" pronunciada por Tancredi, para justificar su alianza con los revolucionarios garibaldinos. Revela una verdad cruda. La aristocracia (representada por Salina) cede formalmente el poder a la burguesía emergente (ejemplificada por el arribista Calogero Sedara), pero en realidad mantiene su influencia a través de matrimonios y pactos. La "revolución" no destruye el sistema, sino que lo renueva superficialmente

¿Qué significado tiene para el hombre moderno?: En el campo de la Política, hoy se aplica a sistemas donde las élites se reciclan (ej.: partidos que se renombran, discursos progresistas con prácticas antiguas).  En la Sociedad, las estructuras de poder (económicas, raciales, de género) a menudo se adaptan a las demandas de cambio sin alterar su esencia (ej.: woke washing corporativo o "inclusividad" vacía). En el Individuo, muchos "cambian" solo para preservar su zona de confort (ej.: adoptar nuevas tecnologías sin cuestionar hábitos profundos).

¿Por qué sigue resonando? Son varias las razones que se pueden resumir en diversos aspectos como: La actitud cínica que algunos llaman realista ya que la frase expone la “hipocresía de los cambios aparentes", pero también la “necesidad pragmática de adaptación” para sobrevivir. Otros la pueden asociar al capitalismo y globalización. Las sociedades modernas ven cómo se repiten desigualdades bajo nuevas formas (ej.: la meritocracia como nueva aristocracia). Una tercera forma de mirar se da en la dicotomía, “resignación vs. esperanza”: Para algunos, es una crítica a la “frustración de intentar cambiar sistemas corruptos”; para otros, es un llamado a luchar por “transformaciones reales no simbólicas”

Lampedusa, a través de Salina, parece decirnos que la historia es cíclica y que los humanos preferimos “maquillar el poder” antes que derribarlo. ¿Es así? Hoy, la frase invita a preguntarnos: ¿Cuándo el "cambio" es progreso auténtico y cuándo es solo un teatro para que todo siga igual?

La novela, El Gatopardo y su famosa frase —"cambiar todo para que nada cambie"— tienen una resonancia particularmente aguda en el contexto de la élite política y militar venezolana.

Como el Risorgimento en El Gatopardo, la Revolución Bolivariana (1999) prometió un cambio radical contra la oligarquía tradicional (ej.: AD y COPEI). Sin embargo, surgió una nueva élite (los "boliburgueses" y militares enriquecidos) que replicó estructuras de poder anteriores, pero con distinto discurso.

La élite chavista-militar ha absorbido a antiguos adversarios (ej.: empresarios o políticos opositores que ahora negocian con el régimen), similar a cómo Tancredi en la novela se une a los garibaldinos sin renunciar a sus privilegios.

El gobierno venezolano ha promovido reformas cosméticas (ej.: nuevas leyes, cambios de ministros, diálogos internacionales) mientras mantiene el control autoritario (ej.: elecciones con ventajismo, persecución a opositores).

Como el príncipe Salina delega en Sedara (el burgués ascendente), Chávez y Maduro han dependido de los militares para sostenerse, otorgándoles cargos y negocios (PDVSA, minería, alimentación). Los uniformados son ahora una casta privilegiada, aunque el discurso oficial hable de "socialismo". La frase de Lampedusa explica por qué muchos militares apoyan al régimen: no por ideología, sino para conservar sus beneficios. Cualquier reforma (ej.: apertura económica) se hace sin tocar el poder militar, igual que en Sicilia el "cambio" no afectaba a los terratenientes.

Cuando el gobierno habla de "reconciliación" o permite elecciones con condiciones, repite el juego del Gatopardo: cambiar formas para mantener el fondo. La élite venezolana ha sobrevivido a sanciones, protestas y colapso económico adaptándose (ej.: dolarización informal, alianzas con Rusia/China), pero sin democratizar. Es el "eterno retorno" de Lampedusa: crisis que no derrocan al poder, sino que lo reconfiguran.

La novela muestra que las revoluciones suelen ser capturadas por intereses creados. En Venezuela, muchos ven el chavismo como un sistema que reprodujo la corrupción del pasado con nuevo ropaje.

La élite venezolana, podría reconocerse en el príncipe Salina: nostálgica de un orden perdido, pero pragmática para no caer. La oposición, en cambio, debería preguntarse si sus tácticas evitan ser absorbidas por el juego del régimen (como Tancredi).

Para la élite venezolana, El Gatopardo es un manual no escrito:

  • Para el oficialismo: Justifica su estrategia de simular cambios sin ceder poder.
  • Para los críticos: Expone el riesgo de que cualquier "transición" sea una fachada si no hay ruptura con las estructuras profundas.

Lampedusa diría que Venezuela vive su propio Risorgimento. Vive una transformación que, hasta ahora, ha servido para que lo esencial permanezca. ¿Podrá romperse ese ciclo? Ahí está el debate.


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