Abrasivo
Escrito por Ricardo Ciliberto Bustillos   
Lunes, 19 de Febrero de 2024 00:00

altEl término lo utilizó acertadamente un contertulio.

Hablando acerca de las deficiencias, arbitrariedades, de la pésima praxis gubernamental y, sobre todo, de las permanentes decisiones reñidas con la democracia, mi fraterno interlocutor concluyó que este es un régimen abrasivo. No autoritario ni ruin. Simplemente abrasivo.

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, abrasivo viene de abrasión que en su acepción más común se refiere a la acción y efecto de raer o desgastar por fricción. Semejante ejemplo calza perfectamente para estos difíciles tiempos.

Venticinco años de absoluta fricción, desavenencias y enfrentamientos entre una ideología dizque socialista, dominante, populista y autocrática, y de otro lado, una inmensa mayoría de venezolanos que aspiran y pugnan por la libertad, la justicia y la democracia. En esto no hay medias tintas. Agua y aceite. No hay otra cosa.

La conducta del gobierno no es de estreno. Al contrario, dedicado, desde siempre, a fragmentar la sociedad, desmantelar industrias y convertir a la oposición en una especie de gran colectivo dividido, algunas veces temeroso, por demás perseguido, con sobrado tesón, pero también con enormes deficiencias, ha sido una política constante que a la postre nos ha traído más corrosión y destrucción, mírese por donde se mire.

Hay que tener ojo avizor. Estos que se las dan de revolucionarios socialistas, no son más que unos populistas de medio pelo, embadurnados de perversidad.

Para que estemos claros, el populismo es totalmente opuesto a la democracia. De allí que, sin caer en exquisiteces académicas o ideológicas, el propugnado socialismo no es más que una vulgar oferta, por demás irrealizable o utópica. Por el contrario, la democracia, se basa, como es sabido, en la combinación inteligente y persistente de dos valores fundamentales: Libertad e igualdad. Lograr su equilibrio viene a ser la tarea inacabable de los que abrazamos este sistema. Nunca, pero nunca quienes fungen de socialistas, podrán avenirse con estos principios. Su populismo ramplón les ha permitido engañar más no realizar, al menos, algo de lo prometido.

Este régimen ha corroído las bases institucionales de la república. Aquella división de poderes que planteó Montesquieu y que las constituciones occidentales acogieron como arquetipo del Estado moderno, ha sido carcomida cuando no eliminada. Ni qué hablar del respeto a los derechos humanos, incluidos los que se refieren a la voluntad electoral y su concreción de manera pacífica, abierta y soberana.

El gobierno ha roído cualquier organismo y planteamiento democrático. Apenas encontramos por allí una que otra huella. Pocos son los vestigios de lo que fueron cuarenta años de construcción de una sociedad libre, a pesar de sus fallas, errores y omisiones. No obstante, hay que seguir en el empeño. Sobre todo, ahora, cuando el rechazo es inocultable, y la posibilidad de derrotarlo es más factible que nunca.

El régimen, sin duda, es abrasivo y el único producto o instrumento que tenemos a mano para detener esta lacerante abrasión, es la voluntad de cambio expresada en el voto, cuando este nos sea requerido. La inminente democracia tiene como vencer a esta fábrica de dolores y locura.

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|*|: Especial para www.opinionynoticias.com


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