Mi general eléctrico
Escrito por Francisco J. Quevedo   
Miércoles, 24 de Febrero de 2010 06:37

altLa imprevisión e impericia del Gobierno se demuestra con el manejo de la catástrofe eléctrica, al comparar los pasos tomados, y las omisiones, con la doctrina y los principios para la “Gestión de Crisis”. Revisemos los pasos que deberían tomarse como parte de un proceso de planificación de contingencias. Primero, dicen los expertos, se debe designar un equipo interdisciplinario para el manejo de toda crisis, establecido éste, se definen los diversos escenarios donde pueda presentarse cualquier catástrofe, se evalúan probabilidades y se estima su impacto directo e indirecto. Luego ese equipo elabora modelos para enfrentar cada escenario, corre pruebas de viabilidad y precisa un plan que aborde el denominador común. En Venezuela, el Estado Mayor fue designado una vez materializada la crisis, no antes, como señala la doctrina. Strike, tirándole!

Las responsabilidades y tareas para enfrentar cualquier crisis serán determinadas por ese Estado Mayor que, de acuerdo a los expertos, debe ser dirigido por el presidente e integrado por su Alto Mando, con el apoyo de asesores especializados que tendrán voz pero no voto, señalan. Nadie, fuera de este equipo, estaría autorizado para emitir opiniones, ni para coordinar acciones ante una crisis. Esta férrea organización comulga con el estilo del Comandante. Ante la crisis eléctrica, la cadena de mando culmina con el ministro Alí Rodríguez Araque, cuya capacidad no ponemos en duda, cercano colaborador del primer mandatario, pero la asesoría que nos envía Fidel de Cuba, en la persona de Ramiro Valdéz, quien es General pero no “Electric”, precisamente, sino ex director del G2 y censor cibernético de la isla, queda en entredicho. Bola uno, en la esquinita! Y el público pita al “Umpire”, cuestionando la decisión…

Si consideramos los principios, ante todo, la doctrina precisa que el proceso debe ir de la pre crisis a la post crisis, es decir, la previsión está implícita en la gestión catastrófica. Toda crisis debe evitarse, ese es el postulado fundamental. Todos tomarán medidas para prevenir, dentro de su área de competencia, la ocurrencia de cualquier eventualidad. Cada quien debe prepararse mediante planes y ejercicios, simulacros o ensayos para cualquier contingencia previsible pero inevitable. Desatada la crisis, los procesos deben enfocarse hacia la contención del daño, forzándonos a “actuar como buen padre de familia” para evitar males mayores. En el caso venezolano, no hubo previsión ni preparativos, no se realizaron ejercicios, ni simulacros, al contrario, los cortes han sido impuestos y suspendidos siguiendo un esquema de prueba y error, y en materia de contención de daños, las medidas tomadas más bien los ocasionan: Caos vehicular, rotura de maquinaria industrial y equipos electrodomésticos, pérdidas laborales y caída del PIB son algunos de los efectos del manejo de la crisis eléctrica. Lo menos que ha hecho el Gobierno es actuar como buen padre de familia... ¡Strike two!

La doctrina precisa, además, que se deben separar los procesos de comunicación e información, operaciones y finanzas. Presumamos que así se ha hecho en nuestro caso. Pero, si bien acota que cuánta y cuál información se hará pública será decisión de ese Estado Mayor, las mejores prácticas destacan que en ningún momento podrá informarse a la prensa, las autoridades, ni al público en general de manera falaz o incierta. En el manejo de la crisis eléctrica venezolana se ha acusado a “El Niño” pero nunca se ha admitido que en once años no se hicieron las inversiones necesarias para aumentar la generación termo-eléctrica, particularmente. Al contrario, se sabe, más por rumores que por informes oficiales, que diversas turbinas de “El Guri” y líneas de Planta Centro han colapsado por falta de mantenimiento. ¡Strike three! ¡Tás’ ponchao’!

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