No sólo es el espeluznante silbido del viento atravesando la cubierta; también es el ensordecedor estruendo de las tempestuosas olas rompiendo contra la borda, que hacen estremecer hasta el último rincón de esta enorme embarcación, que nos cobija en su regazo y que ahora naufraga angustiosamente en las manos de un ignominioso dictador, quien sólo se guía por una desvencijada brújula comunista que nos está llevando, miserablemente, hacia la ruta de desafiantes témpanos.

Y tal como el Titanic, dejará inexorablemente al país sumergido en un trágico desacierto económico, político y social que proclamará la calamidad con extrema sentencia, sobre un inerme pueblo que tendrá que hacerle frente a un anómalo Marxismo; tal como un búfalo que con sus cuernos opone resistencia a una manada de hambrientos leones.

Es hora de mantenernos unidos para contrarrestar la embestida del tétrico temporal y así retomar el timón de nuestro país, con extraordinaria y pasmosa vitalidad, encarnada por el ardor y la virtuosidad de un bravo pueblo; en cuyo umbral se ha mostrado dispuesto ha enfrentar la fatalidad marxista, que se prolonga parasitariamente en regímenes de piratas y aventureros dictatoriales. Donde la incuria gubernamental se convierte prolíficamente, en una lápida intimidante contra la verdad y dignidad del pueblo, provocando un sombrío y maligno panorama de vasto y furtivo velo escatológico.

El hostilizante caradurismo con que el precario régimen transforma todo en un hecho de asfixia prolongada, bajo los mismos sórdidos perjuicios de iracundas costumbres, concierne a un arquetipo tiránico que evoca utópicamente los misterios de su pretendida superioridad; respingando sin contemplación, su obseso poder autocrático. Sólo que, la justicia finalmente lo alcanzará en su propia oscuridad.

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