Chávez, en su Aló Presidente del 7/2/10, aseveró que estábamos en una lucha de clases. Por tanto no puede haber reconciliación, no había ningún diálogo. Uno de sus voceros más activos llegó a decir en tono dramático que dialogamos o nos matamos. Estas expresiones son indicativas de la desesperación que embarga al autócrata al leer las encuestas: Datanalisis, Ivad (Seijas) e Hinterlaces.

En todas está ponchado. Cerca de 90% reclama diálogo. Es lo normal en una sociedad plural donde se debaten variados intereses y donde el pensamiento único es inviable. Lo "excepcional" de Chávez es que lo afirma como que si Venezuela fuera el único país, la única nación, dividida en clases. La sociedad es plural. La humanidad ha transitado momentos de intolerancia religiosa, la Inquisición, el macartismo, el fascismo, el nazismo, el comunismo, el pinochetismo y demás ismos, y ha encontrado los mecanismos para convivir democráticamente.

Es pedirle peras al olmo el que Chávez quiera leer La Libertad, de Stuart Mills; Las Cartas de la Tolerancia de Locke, El Tratado de la Tolerancia de Voltaire, para citar a algunos clásicos, pero más contemporáneamente leyera u oyera el ejemplo y la palabra de Mandela después de 27 años de prisión y cómo su deseo de construir un país, una nación, habla de la no venganza, de la reconciliación.

Chávez está entrampado. Siente que la oposición tomó el camino constitucional, democrático y pacífico, y en esa dirección tiene una cita que lo aterra, y son las elecciones del 26 de septiembre. Es minoría. Es derrotable. Se le hunde el piso bajo sus pies y se siente bamboleante.

Por su mente pasa el diferimiento de esta consulta; piensa, para sus adentros, hacer cualquier barbaridad. Lo que haga lo aislará más y lo colocará definitivamente al margen de una Constitución que pisotea diariamente. La crisis galopará.

La lucha es unir al país, es hacer respetar la Constitución, es vivir en paz, trabajar en paz, divertirse en paz, amar en paz. Ese es el porvenir de Venezuela que rechaza contundentemente la violencia oficial y combate contra las irregularidades, abusos de poder, por unas elecciones donde a pesar de los pesares se derrotará al totalitarismo y se abrirán las grandes avenidas hacia la recuperación de un régimen de libertad, democracia y justicia social. Es hora de cambiar, Chávez fracasó durante once años con todos los poderes en sus manos. Es el momento de un Gran Acuerdo Nacional que garantice una transición pacífica hacia la democracia. Hay fuerzas que unidas pueden lograrlo.