Solo para chavistas: ¿acabó con el legado?
Escrito por Paciano Padrón | @padronpaciano   
Miércoles, 28 de Junio de 2017 05:21

altEstas reflexiones pretenden llegar a los chavistas, a hombres y mujeres que de buena voluntad creyeron

en el proyecto de sociedad que propuso Hugo Chávez Frías. Si usted es uno de ellos, seguramente pensará que Nicolás Maduro Moros acabó con el legado de Chávez, destruyó lo que aquel construyó, deshizo lo que había sido el proyecto inicial del socialismo del Siglo XXI. Si esto es así, usted, al igual que yo y que el 90 % de los venezolanos rechaza el régimen de Maduro, y está en la obligación moral y política de oponerse  a quien ha hecho posible que lleguemos al nivel donde estamos. Si usted no actúa, se convierte en cómplice, porque no basta con pensar o decir en voz baja que está en desacuerdo. Hay que frenar el desastre.

No le pido a los chavistas compartir conmigo la reflexión que sigue: Maduro no acabó con el legado de Chávez, Maduro es el legado de Chávez. El proyecto de destrucción del país, de desmontaje de las instituciones, de rompimiento de las estructuras y debilitamiento de la propiedad y la producción, camino a la miseria y al hambre, lo inició Chávez, a quien los hermanos Castro, antes de aniquilarlo, antes de poner fin a su vida en diciembre de 2012 (si bien se haría pública su muerte solo en marzo de 2013) lo convencieron, enfermo como lo tenían, de ir a Caracas procedente de la Habana en un viaje de pocas horas, que solo tuvo el propósito de hablarle al país -con Diosdado a su derecha y Maduro a su izquierda- y anunciarle a los venezolanos que si él moría en los próximos días, no dudaran en respaldar a Maduro para que siguiera su obra. Pero su error no estuvo allí, no culpo a Chávez de esa elección, porque no decidió él, fueron los Castro quienes con gran ascendencia sobre el moribundo, al que hicieron sentir ya en el umbral de la muerte, le ordenaron hacer de Maduro el sucesor.  Nicolás es ficha de los Castro, no de Chávez.

La culpa de Chávez -como dijimos- no está en la elección de Maduro (el cual por supuesto es un desastre), sino en el camino que le imprimió al proceso de cambio que el pueblo anhelaba cuando lo hizo presidente. Entonces los venezolanos querían refrescar la democracia, relanzar la participación popular, castigar la corrupción administrativa y, sobre todo, construir  “un país bonito”, de todos y para todos. Una cosa pensaba el pueblo cuando votó por él, cuando le confió el destino y abrió la puerta al proceso constituyente de cambio, y otra cosa era el propósito de Chávez, quien declarándose demócrata y anticomunista, terminó siendo y confesándose absolutista, totalitario y comunista.

Con el propósito de hacerse fuerte, de convertirse en el líder absoluto del país y tal vez más allá de las fronteras (allí está la razón del asesinato de los Castro), Chávez se dedicó a dinamitar todas las instituciones, con algunas no pudo ni siquiera hacerles un rasguño, como es el caso de la Iglesia Católica. A pesar de haber hecho grandes esfuerzos por penetrar y dividir a la Iglesia, ella ha estado monolítica y sus pastores, Arzobispos y Obispos, han mantenido desde la Conferencia Episcopal una posición profundamente clara y sistemáticamente sostenida a favor de la democracia, de los derechos humanos y de la propiedad privada, como derecho natural y fundamental.

La tragedia de Maduro radica en su absoluta incompetencia, en su profunda corrupción, es un hombre sin moral, sin valores ni principios éticos, quien miente con desfachatez y es capaz de cualquier cosa por sostenerse en el vértice del poder. Evidentemente que Maduro no es Chávez -no descubro la pólvora al decirlo- no tiene el liderazgo de aquel y padece de pobreza anímica y espiritual. Encima de eso, su débil liderazgo lo ha llevado a negociar y a hacer concesiones, a entregar aquí y allá lo que no debía. Hoy Nicolás es presa de su debilidad, de sus errores y mentiras, y de la profunda podredumbre en la que se mueve. Todo a su alrededor está podrido. Salir de él ya es clamor popular, y mientras esto decimos, es bueno recordar el invento cubano de convocar una Asamblea Constituyente Comunal, tabla de salvación para perpetuar en el poder a Maduro. Nuestro objetivo: darle un para’o a Nicolás, no llegar a la Constituyente y comenzar el cambio en positivo, la reconstrucción nacional. E-Mail: Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla . Twitter: @padronpaciano. 

 


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