Si a los que no les gusta este gobierno creen que los problemas económicos que afronta van acabar con su mandato y, por lo tanto, los descensos de popularidad que reflejan las encuestas es un augurio de lo que le viene en septiembre de 2010 o diciembre de 2012, pues los invito a que se bajen de esa nube. La política y la economía no siempre van por el mismo camino. A Marcos Pérez Jiménez lo tumbaron tras el primer boom de ingresos de la historia petrolera nacional (1957); más o menos lo mismo ocurrió con Carlos Andrés Pérez en 1992, y el actual gobierno perdió su reforma constitucional en la cúspide de ingresos en 2007. A la inversa, muchas de las contundentes victorias electorales de este gobierno han tenido por contexto fuertes depresiones económicas cuya traducción política, y esta es la clave, no han hecho sino fortalecer a quien claramente fue el responsable de las crisis, convirtiendo, a través de una falaz argumentación, en culpables a la propia oposición.

La gran ventaja que tiene este gobierno sobre otras opciones políticas es que conoce a los sectores populares más que ninguna de las otras alternativas. Por ello, logra sintonía natural con el pueblo más dependiente del Estado y, a pesar de que cometa el error de disparar en sentido contrario a los consensos nacionales (cubanización, economía planificada, ascetismo socialista, discurso guerrerista), cuando no claras evidencias de ineficiencias en la gestión pública, sus pifias son compensadas por las que cometen los sectores opositores con sus estridencias y evidentes desconocimientos de lo que necesita la población.

Con honrosísimas excepciones, como el caso de la alcaldía de Petare (me refiero a Sucre), el estado Miranda y puede que algunas otras que por ignorancia omito, la distancia con el pueblo hace que algunas de las opiniones "clase media" de los intérpretes de las encuestas sean las que gobiernen el discurso de la oposición.

Si no fuera porque el propio Gobierno dijo que las misiones sociales tienen fallas, los grupos políticos y de opinión que se le oponen seguirían diciendo que son una maravilla. Si no fuera porque muchas veces se le critica al Gobierno desde claras mentiras o prenociones estigmatizantes del pueblo, sus voceros no se engolosinarían respondiendo a sus anchas las críticas sin fundamento y tendrían que hacerles frente a las que si tienen bases. Si no fuera porque la exposición de las estrategias políticas, las diferencias y las naturales divergencias se exponen en cámara y ante comunicadores sociales que no tienen por qué ser políticos, lavando los trapitos sucios en plaza pública, la imagen de los líderes alternativos se cuidaría un poco más. Si no fuera porque todo lo anterior ocurre, entonces sí, los problemas económicos podrían convertirse en problemas políticos y, por lo tanto, le resultaría disonante al pueblo progubernamental seguir excusándolo.

Pero, además de lo que debe cambiar en el discurso político para que nuevas opciones puedan tener éxito, es decir, más sintonía y entendimiento con el pueblo y menos exposición innecesaria y hasta inconveniente, es muy probable que en los próximos dos años la situación económica mejore. Más allá de los buenos augurios que se ciernen sobre el precio del barril para los próximos años, parece evidente que la apuesta del Gobierno por una lógica de endeudamiento para atenuar el impacto recesivo, le ha resultado, dado que el petróleo no se ha desmoronado y los agentes económicos aprendieron a convivir en el ambiente hostil, con lo cual puede que, con la reactivación económica mundial, vuelva la bonanza.

Dicho esto. ¿Fin de mundo? ¿Gobierno hasta el año 2021? Claro que no. Remember 1957, 1992 y 2007. Pero algo o mucho habrá que cambiar.

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El Nacional