Utilizando las excusas y estratagemas del gobierno para capotear sus fracasos, a continuación veremos resumidamente las actuaciones

de estos pobres presidentes asediados por la guerra económica que les practicaron oligarcas criollos e imperios del momento, veamos:

Al pobre Lusinchi (84- 89) lo acorralaron las mafias internas tanto civiles como uniformadas (antecesoras de los bachaqueros de hoy) y sumergieron la economía nacional en una inflación cada vez más empobrecedora. También se vio obligado aplicar patrióticos controles de cambio y de precios, mismos que sucumbieron ante los furtivos intereses de las oligarquías de la época, atrofiando aún más la economía. La inefable oposición ochentosa le atribuyó grandes escándalos de corrupción de los cuales la impoluta institucionalidad del momento poco se avocó. Así, Lusinchi terminó su mandato constitucional, democrático.

Luego, sucedió Carlos Andrés Pérez en su segunda presidencia (89-93), periodo en que también la guerra económica saboteó la gestión del oriundo de Rubio. Para muchos, diseñó la mejor reforma económica del país que de haberse aplicado en el mediano plazo produciría los cambios estructurales que requería aquel país, pero premeditados guarimberos echaron al traste esos avances en el 89. Así mismo, las cúpulas partidistas planificaron un golpe institucional que resultó en la destitución de su cargo, no pudo culminar su mandato constitucional, democrático y soberano.

Rafael Caldera llegó para el período 94-99, llevó la peor parte. Los poderes imperiales internacionales derribaron el precio del barril de petróleo a su nivel más bajo en décadas, se situó a 8$. En consecuencia, el gasto social se redujo al máximo, evidenciándose mucho más los problemas tradicionales del país.

Finalmente Maduro, Chávez no porque tuvo el barril en 100$ promedio. Una vez nuestra nación no puede disfrutar de las benevolencias de políticas públicas diseñadas taumatúrgicamente por hombres de Estado, pues los intereses oligárquicos, del imperio y demás beneficios ajenos al pueblo de Bolívar conspiran para que Venezuela no se desarrolle plenamente.

Estimado lector, lo escrito en estas líneas no es una broma ni un ejercicio sarcástico, es una demostración fidedigna del para qué sirven las ideologías y la militancia embobecida. Lo que ocurre en Venezuela nos lo merecemos porque somos los venezolanos quienes hemos permitido el país llegue a estos niveles de elaborada precariedad, de tercermundismo.

Vivimos en una nación desdibujada, intencionalmente desorientada, donde quienes piden elecciones son golpistas y los que sí dieron un golpe (y evitan comicios) son lo más granado de nuestra democracia, donde la crisis humanitaria conlleva a que sacrifiquemos al país y atendamos exclusivamente nuestras vidas personales, familiares… algunos prefieren callar/someterse a cambio de una bolsa de comida con inescrupuloso sobreprecio.

Lo que pasa en Venezuela no es culpa de los gobiernos, sino de una nación que se olvidó que en democracia el pueblo es quien debe mandar y someter a sus gobernantes.