La comuna sin servicios
Escrito por Santiago Quintero   
Jueves, 19 de Noviembre de 2009 07:31

altHay gente que cree que mientras más gente discuta algo, mejor. Hay gente que cree que con la transformación del problema en palabras, éste se resuelve, porque con la taumaturgia y la demagogia es suficiente. Hay gente que cree que la eficiencia, la calidad, el conocimiento y la experticia se compran al por mayor en el mercado libre. Que son una suerte de baratija que se puede producir y comprar en serie. Que podemos botar a todos los que saben y que por arte de magia, el dios de la revolución que no se ve por ninguna parte porque es un demonio de quinta paila, nos va a proveer de todo, cual reina de Carnaval, tirando maná como papelillo a la multitud para que coman de lo que les regala su proverbial mano.

Hay gente que cree que el talento se puede despreciar. Sobre todo la gente incapaz, es decir, los que no saben hacer nada. Los que en un momento de crisis no hallan cómo afrontarla, sin carácter, sin liderazgo, sin personalidad para encarar, sin inteligencia para resolver.

Sí, hay gente que cree que una mesa vacía de cultura hidráulica puede hacer que aparezca el agua. Hay gente que cree que una mesa vacía de luces puede generar electricidad. Hay gente que cree que de una mesa carente de semillas se puede crear una agricultura fuerte. Sin luces, sin agua, sin semillas, sin conocimiento y en una completa ignorancia, se puede hacer una revolución. Lo que no se puede propiciar es una evolución, la única revolución que vale la pena porque no se queda con el pasado irresoluto, lleno de mentiras hechas verdades a fuerza de silencios. La evolución apuesta al futuro superando el pasado. La evolución se construye tomando todo lo mejor, venga de donde venga, y poniéndolo a trabajar para incrementar la inteligencia, la única fuente de soluciones.

Hay gente que piensa que sin mantenimiento puede sostener la infraestructura de un país. Hay gente ignorante que cree que los millones que pueda gastar en publicidad echándole la culpa a El Niño o a La Niña del Pacífico, póngale usted el pantalón o la falda, van a justificar todos los apagones diarios que sufre un país descuidado y al garete, donde la luz de los semáforos se va a cada rato y ni un fiscal ni un policía se dignan dirigir el tráfico, porque se han esfumado los valores de servicio.

Es patético ver a una señora miembro de un consejo comunal, con el rancho cayéndose lleno de fotos rojas por todas partes, pidiendo auxilio porque el muro que contiene el deslave del cerro donde vive está a punto de colapsar. No entiende la señora por qué, estando en el consejo comunal, es decir, la mesa de soluciones de la comuna, no la ayudan, porque para eso se metió en el consejo comunal. Pero la verdad es que no se sabe qué es más miserable: la condición en la que vive o los que la ilusionaron para que se colocara donde sí había.

¿Consejos comunales de planificación? ¿De cuál planificación, si en las calles aumentan los huecos, si los apagones crecen como el cadillo, ahogando las luminarias por doquier, si el agua es cada vez más escasa, si la inseguridad es tan alta que los escoltas de un ministro roban a otro, si no se construyen viviendas? Eso amerita estudio, análisis, talento, preparación, capital intelectual. La verdad de verdad, amigos lectores, es que la comuna es inservible para brindar servicios, es inservible para producir. Sólo sirve para aumentar la corrupción y para que colapsen los muros donde su miseria reina.

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