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Los estudiantes de la Universidad Santa María, el transporte público en Lara y Zulia, los médicos en el Hospital de Lídice, los trabajadores de no se que empresa estatal en Guayana. No importa cuanto haga, no seré capaz de listar todas las protestas que cada día se suceden en Venezuela. No tiene caso alguno intentar un inventario. Las protestas crecen y a este ritmo, estamos en camino de encontrarnos todos en la calle un día, cada quien protestando por lo suyo. La indignación de este pueblo crece cada día más. La gobernabilidad desaparece con una velocidad impresionante.

Gas del que disuelve voluntades tienen que usar todos los días para calmar los ánimos. Uno que otro preso para desestimular las protestas, pero eso no los conduce a nada y logra, por el contrario, exacerbar las emociones de los protestantes. No terminan de entender que la represión no es la solución de las protestas y tienen un gran temor a que una pequeña manifestación, se les vaya de las manos y tal como un reguero de pólvora, se convierta en una poblada nacional. El miedo es libre, suele decir mi compadre.

El presidente israelí, Shimon Peres, vaticinó que Chávez y el presidente Iraní, no tardan en caer. Lo que debemos destacar en esta noticia, no es si el tiene o no tiene la razón al afirmar esto, lo importante es entender a que grado de descrédito ha llegado Chávez, que un presidente de un país se atreve a afirmar algo así en publico. Ahora no somos algunos venezolanos los que estamos viendo caer el árbol, alguien afuera de este bosque, tiene la misma impresión. La semana pasada el presidente mexicano se expresaría también en términos muy duros. Estas declaraciones abren un camino político para las declaraciones de otros mandatarios. 

Todo un poema, para los que observamos está decadente forma de gobernar, escuchar las declaraciones de los funcionarios públicos, que conducidos por los hilos de un libreto único, hablan de guerras, paramilitares, invasiones gringas y nacionalismo bolivariano. Alimento puro de altísima calidad para humoristas, que perderían su razón de ser en un país de primer mundo o tendrían que multiplicar sus dendritas para encontrar motivos que generen risa.

Hasta para racionar son malos gerentes. Anunciaron un racionamiento de agua para Caracas, con un programa detallado por día y por zona, que no han cumplido. Irresponsablemente siguen enviando el líquido que no tienen, para evitar el costo político de su ausencia.  Paran la  producción en Guayana para disimular la falta de energía, generando con esto una bomba de tiempo que tarde o temprano les estallará en las manos. Estiran la arruga buscando oxigeno para sobrevivir.

Más de la mitad de este país, en silencio, sin aspavientos, sin pronunciarse de modo alguno y con esa calma  serena que hace perder la paciencia a cualquiera, está agazapado esperando su tiempo. A cada cochino le llega su sábado. A cada venezolano, le llegará su momento de cobrar y no falta mucho, pues aunque parezca increíble, ellos mismos se están colocando en podálica para recibir el castigo. Trabajan duro todos los días para generar más rabias. Cuidado sin nos toca la ansiada navidad sin Chávez. Las sociedades son así, explotan sin aviso, sin que medie una palabra. Un día deciden vibrar al unísono y se acaba el juego.