De un Guardia Nacional para cada unidad eléctrica
Escrito por Luis Barragán   
Domingo, 25 de Octubre de 2009 19:46

altEl esquema es de una simplicidad aterradora: ante el asedio diario y consistente de los atracadores del transporte público, la respuesta está en colocar a un emblemático y temible soldado en cada unidad vehicular  y, como no alcanzan y en nada soluciona el problema, hacerse el desentendido, retirándolo del plan y con el plan mismo que no funcionó. Por supuesto, nada de discutir la seguridad personal como política pública, asumir las responsabilidades del caso, afrontarla como una deuda contraída y abultada como nunca en los últimos años.

Mutatis mutandi, el problemario eléctrico tiene como atrevida, temeraria y asombrosa respuesta, un ministerio, por lo demás surgido del poder popular que sufre el problema. Y, como es de suponer, tendrá su propia burocracia y majestuoso presupuesto, y ˆ un futurible ˆ los adecuados mecanismos de vigilancia, seguimiento y sanción, pues ˆ un futurible ˆ el fracaso por siempre corresponderá a una voluntad de sabotaje, apátrida y perversa, que también por siempre tendrá el Estado que investigar, hallándonos todo en un estado general de sospecha, como dijo el filósofo.

Como si fuese noticia nueva, Chávez Frías versó de los altísimos niveles de consumo y derroche de una población creciente, olvidando que ha podido emplear algo de los 900 mil millones de dólares para mitigar el asunto, por lo menos, suficientemente denunciado con antelación. No obstante, rentismo al fin y al cabo que informa su modelo campamental de socialismo, improvisa frente a las obviedades en pie.

En efecto, se dice de más de ocho mil millones de dólares que se requieren para actualizar la generación, almacenamiento y distribución de la energía eléctrica, siendo un poco más sensato otorgar limpia y transparentemente concesiones a las empresas nacionales e internacionales para solventar el problema,  las cuales ˆ adicionalmente ˆ pueden rendir los tributos o impuestos de rigor, preservando el Estado los privilegios del caso. Y es que no hizo falta un ministerio del ramo para construir el Complejo Hidroeléctrico del Gurí, iniciado antes del arribo de las bonanzas petroleras, pero ˆ ahora ˆ se le ocurre uno que tratará por sí mismo de generar, almacenar y distribuir la energía eléctrica o de impulsar una empresa que la controle, con los negociados no menos futuribles que respondan a tan alta investidura, como si el Estado hubiera construido las viviendas o las escuelas que hacen falta.

Digamos que, al paso de una geopolítica de la energía eléctrica, insoslayable perspectiva del aprendiz militar que fue, Chávez Frías proseguirá sus inversiones en países como Bolivia, nada más y nada menos que para su electrificación, justificando más temprano que tarde la creación de una propia industria nuclear para mitigar nuestras necesidades. Y es que la política sustitutiva de exportaciones que desarrollamos, incumbe al sector en un delirante propósito de subversión que reporta extraordinarios dividendos en la sociedad rentista que somos.

A la ya agigantada deuda habitacional y escolar, sumamos la eléctrica y acuífera en un delicado escenario de crisis. Por ejemplo, políticamente, el racionamiento eléctrico persistirá también como un intento de control o administración del orden público, siendo materia delicada la continuidad de los servicios subterráneos de Caracas;  socialmente, la escasez de agua y de luz, inmediata y radicalmente sentida, incentivará la agitación como un buen día lo hizo la gasolina;  culturalmente, aceptada la versión del país inmensamente rico que ha renovado el gobierno humboldtiano, extremaremos una conducta polarizante, inculpando a los demás de un racionamiento muy a lo cubano que todavía es impensable, a pesar del desabastecimiento de los productos básicos padecido; o económicamente, lanzados a la supervivencia, dispararemos la comercialización de productos y servicios supuestamente alternos, diligenciados por el Capitalismo Mercantil de Estado.

Ahora bien, lo más seguro es la militarización de la industria eléctrica, como de las dependencias afines. Y esto significa que un tema de la cotidianidad más civil que pueda imaginarse, entrará en el prolongado túnel de la política de seguridad y defensa con las consecuencias del caso: un Guardia Nacional o miliciano para cada unidad eléctrica, así sea una modesta planta preferiblemente comunal.


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