Es doloroso enfrentarnos al hecho cierto de que Venezuela está en manos de un gobernante totalmente divorciado de la realidad, incapaz de entender el cansancio del pueblo ante tanta locura, disparates e incompetencia. Un hombre que, cómo el autócrata Nicolás II de Rusia, dice:”Hago lo que quiero, y lo que quiero hacer está bien. Si la gente no lo entiende es porque son vulgares mortales, mientras yo soy un elegido de Dios”  Y pretende que quienes estamos opuestos al desastre hacia donde nos está conduciendo, acallemos nuestras voces y nos arrodillemos ante él, so pena de sufrir las consecuencias con cárcel, exilio, martirio o muerte.

Olvida el patán que los venezolanos sabemos perfectamente lo que es una autocracia militar, aun cuando no la hayamos vivido, tenemos el conocimiento cabal de lo que ocurrió en éste país desde 1830 hasta 1958, de la lucha de nuestros padres y abuelos por conquistar la libertad, lucha que no podemos traicionar, que es una herencia hermosa. La democracia venezolana con todos sus defectos, locuras y errores nos ha permitido vivir libres, con muchísimas posibilidades y oportunidades que ya quisieran para sí nuestros hermanos cubanos, sometidos por una larga y cruel tiranía.

La pretensión absurda de ideologizar la educación con tintes socialistoides y totalitarios olvida o ignora que esos propósitos de nada le sirvieron a la Unión Soviética ni a la Europa comunista para mantenerse. Un gobierno incompetente, corrupto, represivo y negligente no lo soporta ningún pueblo que haya conocido la libertad. De nada sirvieron la KGB, la STASI, ni todas las policías represivas, violadoras de los derechos humanos, los asesinatos físicos y morales, las cárceles, los exilios, las amenazas y las torturas. Si en aquellos tiempos en que las comunicaciones eran más difíciles y había censura total fueron derribadas esas tiranías, ahora mucho menos tendrán éxito las pretensiones totalitarias.

La libertad triunfará nuevamente.

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