Diálogo y pistola
Escrito por Fernando Luis Egaña   
Lunes, 24 de Agosto de 2009 08:50

altAl notorio Reichsmarschall del nazismo, Hermann Goering, se le atribuye una frase siniestra: "cuando oigo la palabra cultura saco mi pistola". Cambiando lo cambiable, algo parecido se les podría aplicar a los jerarcas del Gobierno bolivariano cuando oyen la palabra "diálogo"....
Así por ejemplo, el ministro de Educación, Héctor Navarro, casi se ofende cuando algún periodista le pregunta si se va a tomar la molestia de dialogar con los representantes de la educación privada, en materias, por lo demás, nada ajenas al proceso educativo nacional. El madrugonazo de la Ley Orgánica de Educación rinde cuenta de ello.

Y qué decir del director encargado de Conatel, Diosdado Cabello, que se ufana de no sentarse en la misma mesa con los directivos de la Cámara Venezolana de la Radiodifusión, a los que encima de cerrarles las emisoras, los califica de oligarcas contra-revolucionarios, y los amenaza con dejarlos en la calle.

Y este mismo funcionario, ahora en sus funciones de Ministro de Obras Públicas y Vivienda, también se jacta de no dialogar con los miembros de la Cámara de la Construcción, más o menos por las mismas razones.

Otro tanto alega el presidente de Pdvsa, Rafael Ramírez, cuando proclama que no negociará contratos colectivos con sindicatos que no sean probadamente rojo-rojitos. No le importa la ilegalidad de semejante arrogancia, porque él se siente por encima de la Ley y tan sólo por debajo de su comandante en jefe.

El ministro-presidente de la CVG, Rodolfo Sanz, tampoco se digna a conversar con los sindicatos de Guayana, salvo los que porten la boinacolorá. El ministro de Comercio, Eduardo Samán, considera irrelevante dialogar con las asociaciones comerciales; y el de Salud no se le ocurre convocar una reunión con los dirigentes del gremio médico.

El alcalde del municipio Libertador de Caracas, Jorge Rodríguez, se enfada cada vez que le recuerdan su obligación legal de asistir al Consejo Metropolitano de Gobierno. Y las autoridades nacionales en los estados que tienen a un gobernador independiente, hacen todo lo que pueden para sabotear su gestión. Mucho más que ignorarlos los atacan por todos los flancos.

Y ni hablar de los diputados de la Asamblea Nacional, que aprueban --o más bien "tramitan"-- proyectos de ley, ignorando de manera expresa las peticiones de participación que formulan las más variadas instancias y organismos del país. Si acaso, una que otra reunioncita para sustanciar el latiguillo de que se trata de "una ley consultada con todo el mundo".

Pero el que más se parece a Herr Goering es el señor Chávez. Divide a los venezolanos entre leales y enemigos. Con los primeros no dialoga sino que les ordena, y a los segundos les saca la pistola nada metafórica de la "revolución armada" cuando el conflicto político clama por un diálogo nacional.

Y después se quejan de que los comparen con lo peor de la historia.

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