Rescatemos a la izquierda
Escrito por Antonio Ecarri   
Viernes, 21 de Agosto de 2009 02:54

altToda mi vida he sido de izquierda y ahora más que nunca continúo siéndolo; por eso me opongo con todas mis fuerzas a este gobierno que constituye el bochorno más grande para quienes creemos que libertad y socialismo deben ser sinónimos

-¿Usted no cree que Chávez sea de izquierda?

-Naturalmente que no. ¿Cómo puede ser de izquierda un hombre que ejerce un poder personal, que sueña con que ese poder sea vitalicio, que amordaza los medios de comunicación de su país, que está sentado sobre una montaña de oro que su población no aprovecha y que es el aliado de Ahmadinejad en la guerra planetaria que libran los demócratas y los antidemócratas. Hay actualmente una izquierda que piensa que Chávez es de la familia, el niño turbulento de la familia. Yo no. Yo soy de izquierda y creo que Chávez es mi adversario. Bernard-Henri Levy (el más famoso filósofo francés de la actualidad, entrevistado por el periódico La Nación, de Argentina).

Toda mi vida he sido de izquierda y ahora más que nunca continúo siéndolo; por eso me opongo con todas mis fuerzas a este gobierno que constituye el bochorno más grande para quienes creemos que libertad y socialismo deben ser sinónimos; de lo contrario éste último no debería existir. Este régimen no cree en la libertad, pues censura los medios de comunicación y persigue a todo aquél que se oponga a la instauración del pensamiento único que quieren obligarnos a soportar. En el colmo de sus ejecutorias antidemocráticas este gobierno envía mercenarios pagados, con dinero público, a agredir a periodistas pacíficos por el delito de repartir unas hojas volantes que protestaban por la intolerancia del régimen; entonces no puede llamarse socialista a secas porque se parece mucho a cierto socialismo del siglo pasado: el nacional-socialismo de Adolfo Hitler.

Siempre he criticado, por ser liberal y de izquierda, a ciertos “revolucionarios” que se oponían con firmeza -como tenía que ser- al gobierno de Pinochet, por dirigir un gobierno dictatorial, totalitario, conculcador de la libertad y violador sistemático de los derechos humanos pero que, contradictoriamente, lanzaban loas al régimen autocrático, dictatorial, megalómano, conculcador de la libertad y también violador sistemático de los derechos humanos de Fidel Castro y lo siguen haciendo hasta el paroxismo.

Es esa misma izquierda atrasada y borbónica la que se solidariza, como lo hace Chávez, con el régimen de Irán criticado por los propios musulmanes por tiránico y fraudulento; con los gobiernos de Bielorrusia y de Corea del Norte, sin decir nada de la violación permanente de los más elementales derechos humanos por parte de esos regímenes atrasados, pues ningún ejemplo pueden dar a las naciones del mundo que quieren alcanzar estadios de bienestar y de convivencia pacífica.

Esa vieja y esclerótica izquierda desprestigia a la izquierda democrática y liberal porque los valores tradicionales que ha defendido la izquierda no son el autoritarismo, ni el culto a la personalidad, ni la intolerancia (eso era el stalinismo reaccionario enemigo de la libertad y la democracia) sino por el contrario, la izquierda se afinca en valores de democracia, de libertad, de justicia, de compromiso mutuo (de solidaridad) y del internacionalismo. Por eso la izquierda moderna rescata los tradicionales valores socialistas y va a derrotar a la izquierda atrasada, la que debemos sepultar, aquella que sólo se preocupa por el control omnímodo del Estado, los elevados impuestos y los intereses de la casta partidista dirigente. Esa izquierda “demodé” habla de solidaridad, pero como dice la izquierdista catalana Pilar Rahola: “es una solidaridad tuerta, que llora con un único ojo, solamente por las víctimas palestinas, pero que aplaude la masacre en una escuela judía, o en un autobús, o en la Universidad del Monte Scopus. Y si se solidariza con la causa palestina, nunca lo ha hecho con la judía. Esa izquierda aplaudiría la desaparición de Israel, y nunca se ha sentido cómoda con su existencia. Por lo tanto, no es solidaridad con las víctimas. Es odio hacia Israel”.

La izquierda moderna, liberal por defensora de la libertad, se opone a la derecha del ultraliberalismo económico, que desprecia la justicia social y pretende que se puede superar la pobreza sólo con el esfuerzo y el hambre de las grandes mayorías asalariadas, que deberán esperar el desarrollo de la macroeconomía para después comer. Ahora bien, esa izquierda moderna tiene que estar llamada a recuperar el prestigio de las posiciones de avanzada, pero sobre el cadáver de esa izquierda atrasada y estalinista que está moribunda por defender conceptos, como los de este régimen falaz, que utiliza los términos revolucionarios a su conveniencia para instaurar un gobierno totalitario de pensamiento único y de caudillo todopoderoso.

La izquierda a sustituir es la izquierda nostálgica de Stalin, de Pol Pot, de Fidel o de Mao; es a ésta a quien debemos derrotar política e ideológicamente, porque esas ideas en el siglo XXI son profundamente reaccionarias y, como dijera Lenin, “como los polos opuestos se atraen, el camino más corto de llegar a la derecha es por la izquierda”.


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