Caracas Suecia, una crónica urbana |
Escrito por Iván R. Méndez | @ivanxcaracas |
Jueves, 23 de Junio de 2016 19:58 |
Todo empezó el miércoles en la noche, cuando el parquero del Barriott Ristorante me trae la camioneta de mi esposa. Camina hacia mí con las llaves en la mano, pero hipnotizado miro fijamente al vehículo, “¿pasa algo señor?”, Sí —respondo—, ¿dónde está la placa delantera?... La habían arrancado y mientras el muchacho llamaba a los del turno anterior por si la habían encontrado en el piso, yo marcaba al 171 para preguntar qué se hace en casos como ese. La operadora del Servicio de Emergencia de Baruta me indicó: “diríjase al CICPC y formule la denuncia apenas pueda”. A las 07:45 de la mañana estaba en la Calle 100, frente a la Delegación de Vehículos. Un funcionario me pidió estacionar afuera y acercarme a las 08:30, “a esa hora, en este mismo escritorio, un funcionario vestido como yo le recibirá la denuncia y le dirá que traiga el auto para la experticia”... La camioneta fue inspeccionada acuciosamente, revisaron los seriales ocultos bajo el asiento y en el motor. Luego me indicaron sacarla del recinto, estacionarla afuera y regresar para que me tomaran la denuncia. Al salir, y con miedo a dejar el vehículo muy lejos de la policía, le pregunté a unos funcionarios que tomaban café si podía estacionar en la avenida (Sur 4), “claro, ahí no pasa nada”. Reticente, estacioné y pregunté a un señor que salía de un viejo edificio, “amigo, ¿aquí remolcan?”, “no, aquí hay carros parados todo el día”... Mientras esperaba al funcionario, escuché la historia del señor al que le robaron las dos placas de su Corsa en el CCCT. La oficina disponía de dos escritorios y una hilera de sillas de espera pegadas a la pared. Casi de espaldas a mí, el funcionario empezó a teclear mis datos. Al rato entró un policía moreno y alto, que traía enfundada una pistola con un cargador demasiado largo. Discutieron algo sobre trabajar el feriado (viernes 24 de junio). Un tercer funcionario entró, le mostró su teléfono móvil y le dijo, “ponle precio”. El joven abandonó el PC, se levantó, vio la pantalla y le dijo, “me interesa, dime cuánto quiere”. Él otro repitió, “el precio lo pones tú, es calidad”. El joven se disculpó conmigo, pues tenía que resolver algo urgente afuera. El del móvil sintió mi curiosidad, volteó y le dije, “¿vendes algún teléfono? Es que los veo emocionados”, sonrió y me extendió el viejo Samsung gama media... Era una foto de tres desodorantes: un Mum bolita, un Speed Stick aerosol y uno pequeño, blanco y de tapa gris, que decía “frescura piel delicada”... A los treinta minutos salí con la denuncia impresa en un expediente que empezaba por K... súbitamente evoqué a Josef K . Salí del CICPC dudando entre irme a hacer las diligencias pendientes o intentar ir a Tránsito e indagar cómo solicitar las placas nuevas... Pero entonces pasó. Escrito en tiza, leo en el sitio donde dejé la camioneta, “San Juan” . Le pregunté a un señor que barría la acera y me explicó, “se la llevaron a Tenería, saque seis mil bolos del banco y la recupera en un rato”... Le repliqué, “dice San Juan, mire, hasta tiene un carrito aplastado” (y más arriba, un guiño de la ciudad, un corazón de plástico azul rodeado de colillas de cigarrillos)... Subí varias cuadras por la Avenida Baralt, intenté sacar dinero de un cajero del Banco de Venezuela, pero estaba inhabilitado para dar efectivo, llegué a la sede del Instituto Nacional de Nutrición (Avenida Oeste 16), crucé a la izquierda y me dirigí al estacionamiento San Juan, ubicado al doblar la esquina Las Queseras. Ya en la autopista, con algo de tráfico, activo el manos libres de mi HTC y marco el número del INTT 08000-INTT-00, luego marco el 7 (hurto de placas) y a los segundos una operadora me pregunta, "¿buenos días, en qué puedo servirle?". Me pide mis datos, y le consulto, mientras manejo, qué debo hacer para pedir las placas nuevas. “Sólo debe imprimir la planilla única de trámites”, indica, “abonar Bs. 3.009 y dirigirse a la oficina del INTT de su preferencia”. Le pregunto dónde ubico esa planilla , “en nuestro sitio web o si quiere la puedo llenar ahora por usted y enviarla a su correo”, casi choco de la emoción. Y entonces agrega, “si lo aprueba y me dice cuál es la sede más cercana, aún tiene 60 minutos para imprimir, llegar allí y salir con su nuevo Título de Propiedad y juego de placas nuevas...”... Y así fue, le reenvié el correo a mi hermana, recogí la impresión (que vino llena con los datos de mi esposa y los del vehículo), me dirigí a La California , donde un atento empleado (vestido con un chaleco gris decorado con una imagen de los ojos de Chávez y una impresión de la firma del mismo populista muerto) me orientó, pagué en el punto bancario, y a los 90 minutos salí con un sobre que contenía placas y nuevos documentos... En fin, creo que ni en Suecia es tan eficiente el servicio de vehículos. |
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