¡Feliz Año 2025! ¡Y también Feliz Navidad (porque la misma se extiende desde el 25 de diciembre hasta el 6 de enero)!

El año que se inicia representa el fin del 80 aniversario de la Segunda Guerra Mundial, y por tanto la serie que comenzamos en el 2019. Hoy nos dedicaremos a la segunda entrega sobre las Navidades de 1944, examinando cómo se vivieron estos días en otros frentes diferentes al occidental (la Batalla de las Ardenas: del 16 de diciembre de 1944 al 25 de enero de 1945) que fue nuestro tema del anterior artículo con la pequeña tregua entre unos pocos soldados en dichos bosques. Sobre el tema de las treguas, nuestro querido amigo Gerardo Martínez, nos contó sobre las que se vivieron en la larga Batalla de los Bosques de Hûrtgen (del 19 de septiembre de1944 al 10 de febrero de 1945) que están al norte de las Ardenas aunque las mismas no fueron de Navidad (pero sí imbuidas de su espíritu fraterno). En ellas se dieron hasta tres pausas para que en la “tierra de nadie” se pudieran recoger heridos y muertos. Dos combatientes alemanes sacrificaron sus vidas en medio de ellas para salvar a civiles o enemigos heridos: el teniente Friedich Lenfeld y el soldado Karl-Heiz Rosch. El primero tiene una placa en su honor y del segundo una estatua financiada por holandeses del pueblo donde salvó dos niños (es la única estatua de un soldado de la Wehrmacht que existe en la actualidad).

El significado de la Navidad es la Encarnación en la historia del Dios-Amor, y cada vez que una persona permite el nacimiento de la caridad en su vida está viviendo la Navidad. Por eso he querido citar estos ejemplos de fraternidad de dos soldados, y relatar cómo se vivieron estos días en medio de la guerra. Muchos soldados de cada bando eran prisioneros de guerra (POW), pero recibieron cartas de sus familiares, y paquetes de la Cruz Roja e YMCA con comida. En el caso de los aliados en Alemania (llamados “kriegie”) durante la Nochebuena y Navidad se les dejó libres por el campo y se les permitió realizar árboles de Navidad y espectáculos. Entre los POW alemanes en Canadá y Estados Unidos tuvieron mejor comida y trato que sus pares.

En el frente italiano que estaba situado en la llamada “Línea Gótica” en donde los Apeninos cruzan casi toda la península a lo ancho, muchos combatientes lo recibieron en sus trincheras con una fuerte nevada, y los que tuvieron más suerte estuvieron en los pueblos cercanos dándoles una gran felicidad a sus pobladores al salvarlos de una Nochebuena sin comida. Existen testimonios al respecto de los famosos “Buffalo soldiers”, soldados afroamericanos que fueron mejor tratados por los pobladores italianos que por sus colegas blancos del mismo ejército. En Roma todo fue distinto a los años anteriores porque la plaza de San Pedro pudo ser iluminada y muchos soldados la visitaban asistiendo a misa y a confesarse.

El frente oriental desde agosto estaba paralizado en torno al Vístula a las puertas de Varsovia, los soviéticos esperaban que las líneas logísticas alcanzaran su vanguardia y luego la preparación de una gran ofensiva de invierno (la llamada “ofensiva Vístula-Oder al que esperamos dedicar nuestro artículo de la tercera semana de enero). No así ocurría en el frente de los Balcanes donde el Ejército Rojo rodeaba la capital de Hungría: Budapest y para el día después de Navidad se lograba el sitio de esta que duraría hasta el 13 de febrero de 1945. Hungría representaba las últimas fuentes de combustible y alimentos que le quedaban al Tercer Reich, por ello su defensa era fundamental. En octubre ante las pruebas que el almirante Miklos Horthy (máxima autoridad del país) negociaba con los Aliados el cambio de bando, el coronel de las Waffen-SS: Otto Skorzeny en otra famosa operación comando secuestró al hijo de Horthy y lo obligó a dimitir dejando el poder al conde Ferenc Szálasi del partido fascista húngaro de la Cruz Flechada. Si seguimos al escritor húgaro Sandor Marai en sus Memorias de Hungría: 1944-48 y su novela escrita en 1945: Liberación, los días de Navidad se padecen entre la liberación de un totalitarismo (el nazi) para iniciar otro: el comunista. Les dejamos sus palabras de esta última obra:

“Son bombas que caen, de granadas que estallan, de aviones que  rugen, de metralletas que tabletean; esa sorda armonía es casiinsoportable. (...) La radio ya no emite. No hay luz. Traer agua es una empresa cada vez más arriesgada. (...) ¿Qué pasa en el alma de un hombre cuando se ha perdido lo que convierte los seres humanos en tales (la ley de la caridad), en un mundo que reniega de toda ley    humana y que se autodestruye con furia demencial?”

Al seguir en los Balcanes debemos referirnos a la huida de los ejércitos alemanes de Grecia entre septiembre y octubre, una vez que el avance soviético desde Rumanía y Bulgaria hacia Yugoslavia le iba a cortar su vía de escape. Ante esta realidad Winston Churchill terminará pasando las Navidades en Atenas para evitar que dicho país no cayera en manos de los partisanos comunistas del ELAS. Fue un adelanto del inicio de la Guerra Fría antes que tuviera este nombre. En agosto se había entrevistado con Stalin en Moscú donde ambos líderes se repartirán su influencia en los Balcanes por medio de un papelito que le pasa Churchill y donde este escribe: “Rumanía: Rusia: 90%, Grecia: Gran Bretaña: 90%-Rusia: 10%; Yugoslavia y Hungría: 50-50%, y en Bulgaria: Rusia: 75%”. Este reparto buscaba evitar la guerra civil en cada uno de dichos países, pero apenas salieron los nazis de Grecia los comunistas buscaron tomar el poder. En Caserta (Italia) los británicos a el 26 de septiembre habían acordado con todas las fuerzas guerrilleras griegas, que debían ofrecer lealtad al gobierno promonárquico de unión nacional en el exilio presidido por Geórgios Papandréou, y a su vez a la máxima autoridad militar que sería el jefe de las tropas del Imperio británico: el general Ronald Scobie. El 13 de octubre entrarían los británicos a Atenas y en una Grecia destruída donde los comunistas tenían el control a medidas, y dichos guerrilleros se encargaron de iniciar una guerra civil violando los acuerdos a partir de diciembre. Churchill ordenó combatirlos, pero fue tal la violencia que la víspera de Nochebuena decidió viajar a Atenas y hablar con el arzobispo y los comunistas para lograr la paz (esta sería firmada el 11 de enero después de la imposición por la fuerza, y Stalin respetó los famosos porcentajes).

En Alemania Adolf Hitler recibió la víspera de Nochebuena a los generales Heinz Guderian y Reinhard Gehlen (el nuevo mayor general encargado de la inteligencia en lo relativo a las Fuerzas Extranjeras del Este: Fremde Heere Ost), ambos le informaron que la ofensiva de invierno rusa estaba por iniciarse y debía reforzarse este frente con tropas que seguían en la ya fracasada contraofensiva de las Ardenas. Hitler ya estaba fuera de la realidad, tanto así que incluso debilitó aún más dicho frente enviando más tropas a Budapest. Guderian volvería a insistirle en otra reunión que se realizó el primero de enero de 1945. Mientras tanto el pueblo alemán vivía la Nochebuena más triste de toda la guerra, porque la escasez era mucho mayor y los bombardeos más intensos (Colonia los fue en la Nochebuena). No había familia que no tuviera algún miembro fallecido en combates o por bombardeos, e incluso la propaganda nazi insistió una vez más con secularizarla centrándose en 1944 como un momento para recordar a los fallecidos. Muchos, a pesar del dolor, eran conscientes que el significado esencial de la Navidad son el nacimiento del Dios-Amor, y por tanto un momento lleno de esperanza y alegría; de esta manera había que celebrarlo y por ello guardaron comida durante todo el año y de esa forma tener una cena distinta.  Víctor Klemperer en Dresde escribe: “Navidad: dos veces un poquito de bizcochos hechos en casa. Nosotros no podemos regalar nada, ni a nosotros los demás. No hay árbol” (entradas del 23 y 31 de diciembre de 1944 en: Quiero dar testimonio hasta el final. Diarios 1933-1945);

En Gran Bretaña tuvieron comida extra en esos días, de modo que fue una feliz celebración aunque con el miedo por los ataques de los V-1 y V-2. El día de Navidad un V-2 causó 68 muertos más, de los que 8500 que ya habían generado desde septiembre de 1944. Pero al menos los bombardeos de años anteriores habían cesado. En el frente del Pacífico los soldados estadounidenses pudieron celebrar con permisos y buenas comida, salvo en Filipinas donde se seguía combatiendo. Pero en la isla de Guam algo enlutó esos días: el racismo (enfrentamientos entre soldados blancos y afroamericanos, porque los primeros no aceptaban que los “negros” salieran con nativas de Guam). Y en las Ardenas el primer día del año 1945 la  Luftwaffe lleva a cabo su última ofensiva (“Operación Bodenplatte”) que resultó un desastre, porque aunque 900 aviones alemanes destruyeron 450 Aliados (en tierra la mayoría), estos fueron reemplazados rápidamente pero los germanos perdieron 213 pilotos que eran insustituibles.

He dejado para el final las palabras de dos cristianos alemanes: uno católico (el padre jesuita Alfred Delp) y otro protestante (Dietrich Bonhoeffer) que estaban encarcelados por haber soñado con una Alemania sin los nazis. No podrán ver el fin de la tragedia, pero nunca perdieron las esperanzas. No las perdamos nosotros tampoco. Mis oraciones están con los que hoy sufren prisión (sobretodo en mi país) y sus familiares que no pudieron estar con ellos en Navidad y Año Nuevo, no olviden que Nuestro Señor los llamó “bienaventurados, porque de ellos es el Reino de los Cielos”.

“Serán días tranquilos en nuestros hogares. Pero he tenido la experiencia una y otra vez de que cuanto más tranquilo está a mi    alrededor, más clara siento la conexión contigo. Es como si en la soledad el alma desarrollara sentidos que apenas conocemos en la     vida cotidiana. Por eso no me he sentido solo ni abandonado ni por un momento. Ustedes, los padres, todos ustedes, los amigos y alumnos míos en el frente, todos están constantemente presentes para mí. Sus oraciones y buenos pensamientos, las palabras de la Biblia, piezas musicales y libros; todo esto cobra vida y realidad como nunca antes. Es una gran esfera invisible en la que se vive y de cuya realidad no hay duda (...) Por tanto, no debes pensar que soy infeliz. ¿Qué es la felicidad y la infelicidad? Depende muy poco de las circunstancias; en realidad depende sólo de lo que sucede dentro de una persona. Agradezco cada día tenerte, y eso me hace feliz” (Carta de Bonhoeffer a su prometida en la Navidad de 1944).

“La fiesta de Navidad es la del hombre hecho por Dios, no del hombre convertido en divino. El misterio divino tiene lugar en la tierra y sigue el curso natural de los acontecimientos terrenales... Dios entra en     nuestros hogares, en nuestra existencia, no sólo como nosotros sino    como uno de nosotros. Ése es el misterio insondable. A partir de   este    momento el Hijo es absorbido por la historia, su destino pasa a formar parte de la historia y el destino de la historia es su destino. En las celdas más oscuras y en las prisiones más solitarias podemos encontrarlo; él está continuamente en las carreteras y en las calles...”  (A. Delp, s.j. Meditaciones en prisión sobre la Navidad).