Devaluación-inflación
Escrito por Orlando Ochoa (PhD economía)   
Jueves, 14 de Enero de 2010 07:33

altLa modificación de la tasa de cambio oficial de 2,15 a 4,30 Bs/$, junto a una tasa preferencial de 2,60 Bs/$ para rubros básicos, constituye un sistema de cambio múltiple con una maxidevaluación. La tasa de 4,30 Bs/$ puede parecer un regreso al pasado, 1982, pero sólo luego de multiplicar el tipo de cambio por 1.000 y quitarle tres ceros: un recordatorio de que la presión inflacionaria venezolana iniciada hace 35 años no ha podido ser reducida por ningún gobierno. El promedio de 1,7% de inflación anual de 1925-75 en Venezuela parece increíble hoy día.

El aumento sostenido de los precios originado en desorden fiscal e insensata política económica lleva a la apreciación real del tipo de cambio, aumenta el déficit fiscal y el Gobierno recurre a la devaluación (fiscalista), lo cual eleva la inflación y la pobreza. Este circuito simplificado es parte central de la esencia del fracaso económico de Venezuela. Ahora, el problema inflacionario se ha agravado con el financiamiento monetario del gasto público provisto por un sumiso Directorio del BCV, tanto con transferencias de miles de millones de dólares de reservas internacionales como de ficticias utilidades cambiarias.

Intentar engañar a un pueblo afectado por los problemas económicos y pretender eludir la responsabilidad presidencial y ministerial de una política económica incoherente y facilitadora de corrupción, es el recurso típico de los gobernantes sin escrúpulos y sin sentido de compromiso con una nación. La presión inflacionaria ha subido, como lo revela el núcleo inflacionario del 2009 de 29,9%. Los despilfarradores programas de compras de armas, proyectos con sobreprecio, ayudas internacionales y nacionalizaciones, son parte de la visión de un Presidente con delirios de líder continental y absurdas ideas económicas mezcladas con prejuicios ideológicos. Devaluar en 100% y simultáneamente retirar $7.000 millones de reservas internacionales, lo cual significa 20% del respaldo del bolívar, son dos elementos que elevan la presión inflacionaria y demuestran cómo el Presidente nunca ha pretendido bajar la inflación, ni aumentar la efectividad del gasto social. Su huida hacia adelante sólo aspira a intentar alimentar las ilusiones populares y su propia ambición, al alto costo social que pagarán los venezolanos cuando el poder de compra del ingreso familiar sufra las consecuencias.

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