El segundo viernes negro de la era roja
Escrito por Pedro Elías Hernández   
Martes, 12 de Enero de 2010 08:12

altLa economía venezolana ha tenido un desempeño bastante deficiente en los últimos 31 años. Desde 1978 hasta el día de hoy, la evolución del Producto Interno Bruto por habitante evidencia un retroceso de aproximadamente un 34%. Esto constituye en términos reales una contracción tremenda de la base material de la población. Ahora somos un tercio más pobres de lo que fuimos hace tres décadas atrás o una tercera parte menos ricos de lo que llegamos a ser en 1978. Véalo como quiera, es sólo cuestión de perspectiva. No por casualidad, el inicio de la caída de nuestra actividad económica coincide con la estatización de la industria petrolera. A nuestro juicio no cabe duda que la mal llamada “nacionalización” del petróleo, ocurrida en 1976, no fue otra cosa que la confiscación por parte de los gobiernos de turno de nuestro principal activo material. La estatización de la industria de los hidrocarburos fue vista como un acto de soberanía, pero a la luz de las evidencias no fue otra cosa que la privatización de los políticos.

Recursos abundantes, rendimientos decrecientes

Desde 1976 hasta el día de hoy el país recibió, por concepto de la explotación y comercialización del crudo, casi el triple de los ingresos fiscales obtenidos durante los 60 años precedentes a la “nacionalización”.

A dólares de constantes de 1998, entre 1916 y 1975, Venezuela obtuvo 181 mil millones de dólares de ingreso fiscal petrolero, y entre 1976 y 2008, obtuvo unos 500 mil millones de dólares. Estamos hablando de rendimientos económicos decrecientes en medio de un lapso de tiempo en el cual dispusimos de recursos financieros abundantes. Esto constituye la negación de la ciencia económica moderna que logra resultados crecientes haciendo uso de recursos limitados.

El atentado contra nuestra moneda

¿Qué ocurrió? La respuesta es muy simple. Nuestro país perdió su estabilidad monetaria a raíz de la estatización de la industria petrolera. Eliminado el patrón oro de la moneda como consecuencia del final del acuerdo de Bretton Woods de 1944, a partir del el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, el Estado venezolano se apoderó de los ingresos por exportación de crudos. Desde ese instante el sector estatal concentró en sus manos dos cosas: la facultad de tasar el precio del tipo de cambio y el control de más del 90% de las divisas que entran al país. Antes de la estatización del petróleo, los gobiernos de turno, para conseguir dólares, tenían que comprárselos al Banco Central de Venezuela. Esto cambió radicalmente a partir de 1976. Ahora era el gobierno el que vendía los dólares al BCV.

Contando ahora con ingresos en dólares y manteniendo sus gastos en bolívares, el incentivo para devaluar ha sido demasiado poderoso para nuestros gobernantes. Todo esquema fiscal tiene un componente de ingresos y otro componente de gastos. En la práctica, el Estado en Venezuela funciona internamente haciendo uso de dos tipos de moneda, el dólar y el bolívar, sólo que el dólar lo utiliza para los efectos de su ingreso y el bolívar para los efectos de su gasto. Como lo que importa son los ingresos ya que de ellos depende la capacidad de gasto, a los gobiernos sólo les importa el bolívar en lo que respecta a la variable del gasto, es decir, de sus pasivos. ¿Qué mejor cosa que tener compromisos a los cuales hay que honrar con una moneda débil y que se devalúa mientras que mis ingresos los tengo en una moneda fuerte que preserva su valor? Una ecuación monetaria perfecta para quien la disfruta, pero letal para quien la padece. De esta forma el bolívar carece como moneda dos funciones fundamentales, pierde atractivo como instrumento de ahorro y herramienta de inversión, lo cual es fundamental para que toda economía crezca. La consecuencia, el bolívar sólo sirve para consumir, por cierto cada vez menos, sin que antes haya producción alguna.

En la practica la estatización de la industria petrolera permitió que los gobiernos de turno gastaran por encima de su capacidad de pago y al ser los dueños directos de la mayoría de los dólares que ingresan a la nación a través de PDVSA, devalúan sucesivamente nuestro signo monetario (más bolívares devaluados por la misma cantidad de dólares) para cubrir el déficit fiscal que provocaron por su derroche y corrupción.

De esta forma han empobrecido a la población en los últimos 31 años destruyendo el ahorro interno de los venezolanos, la capacidad adquisitiva de los salarios, las fuentes de empleo y la estabilidad de la moneda. La consecuencia directa: Venezuela se convirtió en las últimas décadas en un exportador neto de capitales, reduciéndose el consumo y la inversión privada interna (el consumo privado es aproximadamente 30% menor y la inversión privada 50% inferior a la que había hace tres décadas).

El atentado criminal contra nuestra divisa nacional, el bolívar, ha sido la acción más erosiva y perversa que han consumado los diferentes gobiernos en contra del país y sus ciudadanos

Un error muy costoso

“La mal llamada nacionalización del petróleo ocurrida hace 30 años, estatizó las incipientes petroleras nacionales como Mito Juan y Las Mercedes, las cuales hubieran permitido canalizar el ahorro de los venezolanos (que hoy se asienta en el exterior) hacia su negocio más competitivo. La exclusión del ahorro nacional ha sido el error más costoso para nuestra economía, reduciendo el mercado de capitales local a una insignificancia, incapaz de captar las inversiones necesarias para nuestro desarrollo y cediendo nuestra inversión más competitiva a las empresas extranjera”.( Francisco Monald padre).

¿Socialismo o devaluación?

Las medidas económicas anunciadas por el presidente Hugo Chávez a principios de mayo de 2009, constituyeron la antesala de lo que venía. Los cuatro jinetes de la economía empezaron desde ese momento a galopar: inflación, endeudamiento público, aumento de impuestos y ahora finalmente devaluación de la moneda. El ejecutivo ha anunciado dos tipos de cambio uno que llama oficial a 2,60 bolívares F por dólar y otro a 4,30, que llama petrolero ¿Es que acaso hay otro dólar distinto al petrolero en Venezuela?. El 97% de las divisas que ingresan al país provienen de la industria de los hidrocarburos, por lo que la devaluación oficial es la del 4,30, es decir de 100%. Si Usted posee ingresos y ahorros en bolívares, será a partir de ahora el doble de pobre de lo que es o la mitad de rico de lo que fue, así de sencillo.

La pregunta que se hacían todos los días los economistas en Venezuela y a nivel internacional era ¿cuándo se producirá la devaluación que ponga fin a esa ficción monetaria de un dólar a 2,15 bolívares F?

Este gobierno ha devaluado en el pasado varias veces. Encontró la divisa norteamericana en 557 bolívares y la llevó a 2.150 bolívares de los viejos. Desde el 2005 no devaluaba formalmente. Pudo evitar esa decisión realizando una devaluación encubierta mediante diferentes mecanismos como la reducción de los cupos de CADIVI, la venta de dólares en el mercado paralelo y mediante la emisión de bonos de deuda pública denominados en dólares y pagaderos en bolívares con una prima para su adquisición. De esta forma conseguía más bolívares por las divisas de PDVSA En definitiva la llamada “ecuación de la pobreza” de tener ingresos en dólares y gastos en bolívares, seguía operando igual per0 haciendo usos de otros medios. Esto le dio durante un tiempo un margen de maniobra que se agotó el pasado viernes 8 de enero de 2010.

El gobierno de Chávez tiene una naturaleza distinta a los de la llamada IV República. Ha sabido hacer uso eficiente del sistema rentista petrolero para lograr su propósito: la destrucción sistemática y sostenida de la economía privada. El otro objetivo del socialismo es eliminar el sistema de precios. Por eso los controles estatales de la economía han venido escalando en los últimos años. De los tradicionales controles de precios de los bienes y servicios de consumo y uso masivo, hemos pasado a los controles sobre la producción y seguramente iremos hacia el controlo del consuno. Lo del “ahorro eléctrico” es nada más que el comienzo de este proceso. El Estado cada vez más les dirá a los agricultores e industriales venezolanos qué, cómo, cuánto y dónde producir, a quién y a cuánto vender su producción y finalmente la cantidad de bienes que el ciudadano debe consumir.

En este contexto, había una carrera entre el objetivo de eliminar o erradicar el sistema de precios dentro de la economía venezolana y la agudización de las tendencias inflacionarias presentes en nuestro país como consecuencia del creciente intervencionismo estatal. La inflación de 2009, aunque menor que la de 2008, se reduce en medio de una caída del PIB de casi 3%n y de una baja en el poder de compra de la gente de 4,8%. Esto quiere decir que el aumento de los precios es tan enorme que no se puede detener ni a pesar de que las personas consuman mucho menos.

En las filas del ejecutivo había la expectativa de ver qué podía ocurrir antes. Si ocurría lo primero, es decir, la eliminación del sistema de precios, no habría necesidad de devaluar ya entraríamos en una dinámica en la cual los precios se fijarían de forma administrativa y por lo tanto se eliminaría la inflación por decreto. En otras palabras entraríamos de lleno en el mundo del socialismo. En este escenario, el gobierno simplemente decretaría cuánto cuesta cada cosa que se consume en el país. Pero si ocurría antes lo segundo, es decir, persiste la inflación de manera significativa, entonces se tendría que devaluar para convertir en más bolívares los dólares petroleros (todos los dólares), ya que las presiones inflacionarias harían imposible financiar el gasto gubernamental sólo con incremento de deuda y recurriendo a los antipáticos aumentos de impuestos. Se decidió financiar el Estado empobreciendo a la gente con la devaluación, lo que indica que se apeló a una forma tradicional de financiamiento monetario en Venezuela. Esto quiere decir que el avance del socialismo aun no ha copado totalmente el cuerpo nacional. Todavía podemos empinarnos y salvar la república.

En definitiva hemos desembocado en lo mismo que ocurrió en la década de los 80 del siglo pasado, luego de la bonanza petrolera de aquellos años: Un viernes negro. Después de haber recibido 300 mil millones de dólares sólo por concepto de ingreso fiscal provenientes del sector de los hidrocarburos, tuvimos que nuevamente devaluar. Pero la destrucción de nuestra moneda ha sido particularmente más cruel y furiosa que en épocas pasadas. La IV República tuvo en 40 años un viernes negro. Este gobierno de la era roja ha tenido en 11 años dos viernes negros, el del pasado 8 de enero es el segundo , pero no hay que olvidar el primero, el ocurrido el viernes 14 de noviembre de 2003 cuando por primera vez en la historia monetaria venezolana, un bolívar compró menos de un peso colombiano (0,98 centavos de peso del vecino país) en la frontera. El pasado viernes, luego de la alocución del Presidente Chávez, un bolívar se cotizaba en Colombia por una cifra aun más irrisoria.

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