Bola de plomo, grilletes mentales y nostalgia
Escrito por Alirio Pérez Lo Presti | X: @perezlopresti   
Martes, 05 de Marzo de 2024 00:00

altEs grato recordar las cosas buenas que nos han pasado.

Los amigos, las aventuras, los viajes, los mundos que hemos creado y ya no existen y aquellos que siguen existiendo. Es imposible no evocar la maravillosa experiencia de habernos adentrado en las profundidades de la feminidad y sobre todo recrear la experiencia amatoria. Visto desde esa perspectiva, una vida ha valido la pena ser vivida en la medida que haya espacios que rescatemos de ella y logremos rememorar con la alegría de quien atesora un pasado existido a plenitud.  


Las maravillosas trampas de la memoria

Lo acaecido se materializa en el atesoramiento de las cosas que hemos vivido, pero falseadas por la memoria. Sin esa alteración del recuerdo, lo vivido se desvanecería y perdería el poder de haber cimentado en nosotros un aprendizaje que vale tanto como tiempo vaya transcurriendo. Los recuerdos son formas de retrotraer experiencias que en realidad no ocurrieron como pensamos. Es posible que un recuerdo se edulcore o se fatalice, pero no permanece intacto. Es parte de esas cosas que forman el mundo psíquico, sobre el cual, en muchos de sus aspectos no tenemos control. Los engaños de la memoria son fabulosos, pero también tienen en su seno el peligro de lo falaz con las repercusiones que conlleva. 


La nostalgia y el peso de la vida

Hay una trampa clásica del pasado y es que nos muerda la nostalgia. Una cosa es experimentar lo pasado como experiencia de vida y otra evocarlo con languidez. Ese peligro es propio de lo nostálgico y en ocasiones debemos huir de eso porque contrario a permitirnos avanzar, en la melancolía está el germen de la tristeza y la parálisis porque la belleza enfermiza tiende a indisponernos. Podemos seguir corriendo sólo si no miramos para atrás y si hay que dar la vuelta para ver lo que quedó a nuestro paso es con la finalidad de corregir nuestro rumbo. Se retrocede estratégicamente en esos casos en los que debemos coger impulso para seguir adelante. Si nos descuidamos, el peso de la vida puede llegar a aplastarnos. 


No mires atrás

Los grilletes son un arco de hierro, casi semicircular, con dos agujeros, uno en cada extremo, por los cuales se pasa un perno que se afirma con una chaveta (pasador), y sirve para asegurar una cadena a la garganta del pie de un presidiario, a un punto de una embarcación, etc. Si el pasado se convierte en un grillete al que sigue una cadena que se une a una bola de plomo, ese pretérito es malsano y debemos conjurar la alegría de lo vital para deshacernos de él. Sólo se consigue esa fuerza vitalista en el momento en que nos trazamos planes futuros. Sin tener un horizonte hacia adelante, la muerte comienza a vencer a la vida y le da paso a la sensación de vejez, que es una manera de quedar entrampado en los laberintos del alma. La vejez, la enfermedad y la muerte deben ser repelidas con el movimiento vital, que siempre va hacia adelante. La estrategia de movernos forma parte de las argucias y estratagemas propias del arte de vivir. Del buen vivir, en realidad.


Amigos, viajes, aventuras

La amistad es un milagro. Se potencia cada vez que comulgamos en un espacio y un tiempo con aquellos con quienes hemos hecho el viaje de la vida y es un fenómeno que enriquece el alma. He tenido grandes amigos y sigo cultivando la amistad como una de las cosas que más valoro. Sin amigos, la vida puede empobrecerse y la posibilidad de mirarnos a nosotros mismos a través de los ojos del otro se desvanece. Los viajes, que a su vez llevan a la aventura, constituyen la bitácora de lo que nos vamos trazando como meta y nos transportan a lugares desconocidos e incognoscibles que suman agua para nuestro molino personal. El viaje, real o imaginario, siempre es una metáfora, o se puede hacer una metáfora del viaje. En cualquiera de los casos enriquece al sujeto y sin necesidad de abrigar la trashumancia, cada vez que viajamos, se activa la dinámica propia de las grandes aventuras. 


La feminidad

El eterno retorno a lo femenino no sólo es de buen tono, sino que nada supera en vitalismo a la experiencia de ir de la mano con el mundo femenino, en donde complicidades y afectos se juntan para invitarnos a lanzarnos de cabeza en un ámbito en donde no tiene cabida lo pesado de la existencia, sino que, en todas las caras de esa dimensión, siempre encontraremos infinidad de sorpresas y aprenderemos a lidiar con áreas llenas de misterio y podemos hacer una componenda a la par de la danza y la carcajada. De esas está hecho el mundo en donde la mujer habita e invita a compartir y fusionar espacios que se vuelven infinitos. Lo femenino y sus variadas expresiones universales y ancestrales suelen ser la mejor puerta de entrada al vitalismo y la perseverancia de quien consigue en la existencia junto a la mujer, una fuente inagotable de satisfacciones.  

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