“Nos llaman guerreras”: una historia de resiliencia sobre el césped
Escrito por Iván R. Méndez | X: @ivanxcaracas   
Domingo, 11 de Febrero de 2018 12:03

altLa Vinotinto femenina  Sub-17 le dio a los venezolanos un respiro, en medio de la profunda debacle socioeconómica, para soñar y conectarse con la euforia de una selección de niñas que escribían, en el césped,  la épica futbolística que llevamos décadas anhelando.

Entre el 2013 y el 2016 el seleccionador Kenneth Zseremeta (Panamá), su equipo técnico y las niñas transformadas en gladiadoras mostraron que, en 90 minutos, es posible dar lecciones de resiliencia . Ganar, perder y levantarse para alcanzar las metas así sea trabajando con las uñas fueron lecciones atendidas y aprendidas por un país unido frente a la pantalla del televisor.

Esa épica de la selección femenina de fútbol, que la llevó a tres torneos mundiales FIFA, tiene un trasfondo de carestías, de sacrificios, de esperanzas, de sueños materializados, de lágrimas, de luchas contra los prejuicios y de futuro. Esa panorámica familiar y emocional es el núcleo de la película “Nos Llaman Guerreras”, una obra de 81 minutos que debería ser vista, y disfrutada a rabiar, por todos los venezolanos que quieran constatar aquello de lo cual estamos hechos: coraje, persistencia, amor, lealtad y resiliencia  .

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Esta película nos traslada al punto de origen de cinco jovencitas: Deyna Castellanos  (capitana de la Selección), Daniuska Rodríguez , Sandra Luzardo , Verónica Herrera   y Yerliane Moreno   (inicialmente eran siete jugadoras, pero razones de producción redujeron el número de segmentos) en sitios como Guasdalito, Caracas, Mérida, Valencia, Yaracuy y Margarita. La cámara las sigue, casi oculta, en sus entrenamientos, espiamos en sus camerinos y ante las severas indicaciones del equipo técnico. Otras veces, la cámara retrata a sus madres y padres, mientras llega el momento de conocer a las guerreras, de escucharles afirmar que sueñan con ayudar a sus familias y conquistar camisetas en equipos del fútbol europeo. Y, en cada locación, la cámara busca el preciosismo y retrata a las guerreras contra los paisajes idílicos que conforman la geografía venezolana.

“Nos Llaman Guerreras” nos muestra que el rival más fuerte de estas niñas no fue la dura situación que vivieron en su infancia, sino el estereotipo del  fútbol como un territorio de varones.  Sandra Luzardo estaba destinada a ser la niña Miss Mérida, a Deyna Castellanos le sugirieron hacer ballet, mientras que Yerliane Moreno  cambió el joropo por el fútbol y logró que desde pequeñita la llamaran “Messi”.

 Al Agua Cinema 

La producción de ”Nos llaman guerreras”  es, en sí misma,  una prueba de nuestra tenacidad. Tres jóvenes directores, reunidos en Al Agua Cinema  (una productora de videos para matrimonios y comerciales para marcas como Ávila Burguer, Gatorade o Easy Taxi), deciden capturar y documentar el fenómeno vinotinto. Sin pensarlo mucho, y apenas con los primeros contactos y permisos, se lanzan a la carretera para empezar a grabar a Daniuska Rodríguez en su humilde vivienda, en el barrio Brisas del Terminal, en Valencia, Estado Carabobo. El proceso duró dos años, ellos financiaron su producción (y ganaron libertad creativa) hasta el último tramo, cuando buscaron un patrocinador  (el Fondo de Valores inmobiliarios) para poder viajar y documentar el Mundial FIFA realizado en Jordania en el 2016.

“Nos llaman guerreras” parte de una idea de la exfutbolista (jugó bajo el mando de Zseremeta) y directora Jennifer Socorro. En Al Agua Cinema  la sugerencia se convirtió en proyecto rápidamente y se sumaron David Alonso (camarógrafo y actor en el largometraje “Pipí Mil, Pupú 2 Lucas”. Falleció en Atacama, Chile, terminando de rodar el filme “Historias de Atacama” ), quien se encarga de la Dirección de Fotografía y Edwin Corona Ramos,  como el tercer director. La fundadora de Al Agua Cinema y productora del documental “Tiempos de Dictadura”, Priscilla Torres, se encargó de la producción de “Nos Llaman Guerreras”, mientras que Keyla Bernal y Enrique Aranguren   editaron el documental,  que pasó por 22 versiones antes de exhibirse en la pantalla grande el próximo 16 de febrero.

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“Para mí era importante que estas chicas vieran lo que han hecho, que sientan que sí valoramos los sacrificios que hicieron. Hay muchos logros, por ejemplo, que Deyna haya sido nominada como la Mejor Jugadora del Mundo, teniendo en la otra categoría a Cristiano y a Neymar, te dice que esto hay que contarlo, que son historias que valen la pena. A mí en lo personal me llena muchísimo, así no ha haya sido dentro de la cancha, darle mi aporte al fútbol femenino. Para mí lo vale todo, eso lo sentimos con todas nuestras vértebras y espero que la película lo transmita”, indica Jennifer Socorro.

Para Edwin Corona, el trabajo en la productora implica cuidar la cinematografía y el sonido de los videos de bodas, pero el sueño de los fundadores, David, Diego y Priscilla, siempre fue hacer cine. Su debut como director de un documental largo implicó retos, “en una boda todo es muy bonito, pero cómo haces para cuidar la cinematografía cuando estás en lugar tétrico y necesitas que eso se vea bien, que nos permita contar la historia que queremos.”

La coeditora, Keyla Bernal, explicó que, a diferencia de la ficción, donde el director recibe un guion, que luego filma y pasa a los editores, en el género documental el proceso es al contrario, “tenemos un guion que es previo, pero que no tiene una estructura final, sino que a medida que se van contando las historias se obtiene más información, nuevos detalles que nos obligan a esforzarnos a la búsqueda de esa estructura final. El editor, junto al director, trabajan con lo que se trae de campo y muchas veces no sabemos lo hay allí. Finalmente, ese esfuerzo se convierte en el documental.”

En pantalla, el público contempla un largometraje entretenido, con muchos goles, con drama e historias de superación que cuenta con una edición precisa, un sonido impecable, llamativa musicalización (a cargo de Carlos Poletto ) y una fotografía espectacular, donde los llanos, el Ávila y otras regiones de Venezuela y el mundo enmarcan a “las guerreras”… Hay que acotar que esta terna de jóvenes directores trabajaron contra reloj, a veces no podían visitar las locaciones antes de grabar o esperar mejores condiciones de luz. “La pre-producción y la pre-gira se hizo en la producción”, recalca Socorro.

Cine que entretiene, pero también denuncia

Quizá por no contar con el financiamiento (y la presión) de La Villa del Cine o tal vez por convicciones de los realizadores, “Nos Llaman Guerreras” es una obra sin agenda oculta. No hay propaganda a favor del régimen (al fin y al cabo PDVSA patrocina a la selección) y no deviene en una cinta que idealiza la pobreza buscando lágrimas. Aquí se cuenta una historia potente y es el espectador quien junta las piezas y le agrega sus racionalizaciones.

“A nivel de discurso es imposible que alguien salga de la sala y no diga que ahí está lo que vivimos en el día a día, que al final termina siendo política. Nosotros no quisimos caer en el juego político que mantiene dividido al país, al contrario, queremos que la gente que entre a la sala a ver la película se aleje de eso”, acotó Corona.

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Pero los protagonistas no se contienen al darnos su visión del estado de las cosas. Lo hace Zseremeta al narrar que en Panamá la gente no entendía por qué tenía que comprarle artículos de higiene personal a las jugadoras y no ropa o maquillaje, que es lo que buscan las adolescentes. Y palpamos la crisis país cuando Yerliane Moreno nos cuenta que se enfermó de los pulmones, ya que Gamero, el caserío donde creció en Guasdalito, se inundó y quedaron sin electricidad por 20 días. En esas condiciones tuvo que salir y atender una convocatoria a un módulo de entrenamiento antes de partir a Brasil. Pero el discurso nunca es de resignación o queja. Al contrario, escuchamos a Martín Moreno, padre de Yerliane, expresar su orgullo porque ahora la gente lo saluda en las calles, a él, un simple vendedor de pescado. Para llegar a ese punto, los padres de Yerliane la llevaron a entrenar varias veces a Barinas, ubicada a seis horas de carretera y, por no tener viáticos para pagarse un hotel, esperaban que la niña entrenara y luego se regresaban los tres a Gamero.

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La historia de Daniuska no es menos dramática, pero siempre hay resiliencia en los relatos, en el caso de esta niña sus hermanos empezaron a vender cerveza, a montar torneos de bolas criollas y dominó para pagarle los insumos a la naciente jugadora seleccionada. Mientras que Deyna Castellanos sufría la presión de los padres de los niños que jugaban con ella, les instaban a patearla como a un varón y su mamá la alentaba diciéndole, “cállales la boca, hazles un gol”, y le hacía no uno , sino tres o cuatro.

Deyna deja un mensaje contundente, que ratifica la posibilidad de estudiar y jugar, si se tiene constancia y, por supuesto, inspiración, "mientras más información recibas a nivel académico,  eso te ayuda a pensar más rápido en la cancha, te ayuda a analizar mejor, a ser mejor futbolista. Yo no estoy estudiando para ser mejor futbolista, estoy estudiando para ser mejor persona. Una persona a la cual en algún momento, Dios no lo quiera, se le puede romper una rodilla y el fútbol se acabó. Todo deporte es efímero, y la educación es para siempre". 

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Las escondidas

Las jugadoras de fútbol venezolanas, indica Zseremeta, “estaban escondidas en una estructura de fútbol donde hay 140 equipos de categoría masculina, esas niñas existían desde hace años”… Ahora, en el 2018, las niñitas que empiezan a pedir balones en vez de muñecas tienen en Deyna, Daniuska, Sandra, Verónica y Yerliane a unas heroínas palpables, no sólo en el relato de sus entrenadores y de sus padres, sino en la pantalla del cine, en la televisión o incluso en Netflix si este documental tiene la fortuna de circular, a futuro,  en ese universo del streaming y el Video On Demand.

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Si eres de los que se inmoviliza cuando lee la palabra “Documental”, quizá debo indicarte que “Nos Llaman Guerreras” es una historia ágil, bien contada, con drama,  goles pero también con mucha inspiración y, sobre todo, sus 81 minutos se hacen corticos. Quedarás con ganas de tiempo complementario. Es un largometraje que ratifica la vigencia del discurso documental en Venezuela y nos hace pronosticar que vendrá buen cine bajo el lente de los debutantes Jennifer Socorro y Edwin Corona.

Por ahora, junto a tus hijos y sobrinos, tienes una cita obligatoria con “Nos Llaman Guerreras”  a partir del próximo 16 de febrero.

Más información

Twitter: @NLGMovie | Facebook:NosLlamanGuerreras/ | Instagram: nosllamanguerreras | Trailer aquí

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