¿Cuál democracia? ¿Qué democracia? II |
Escrito por Fernando Facchin B. |
Viernes, 17 de Julio de 2009 07:16 |
Un régimen que se sustenta en la continua violación de la Carta Magna y el Estado de Derecho, así como la Carta de la OEA, la Carta Democrática Interamericana, el Tratado del Mercosur, en la eliminación absoluta de cualquier opinión contraria y en el latrocinio, no es demócrata, sobre ello, el Sr. Insulza y sus cohortes de la OEA, no se manifiestan.
El estrecho horizonte futuro de la OEA y su insulso Secretario, al igual que quienes dirigen las instituciones fundamentales de este país, constituye el lindero de la mediocridad o el límite forzoso de su existencia política, no pueden abstraerse del servilismo y la intriga, no pasan de ser simples semovientes del rebaño humano, siempre dispuesto a ofrecer su lana a los pastores. Es despreciable todo cortesano que triunfa humillándose, reptando a hurtadillas, apuntalándose en la complicidad de las fuerzas del mal. “He allí el grave problema del principio de Peter: poner en el sitio más encumbrado, en el cargo más inadecuado y en el momento menos oportuno, al sujeto menos capacitado”. (Pedro Lastra, analista chileno). La mayoría de los venezolanos tenemos dignidad, que es la síntesis de todas las virtudes que acercan al hombre y borran la sombra, donde ella falta no existe el sentimiento del honor y así, como los pueblos sin dignidad son rebaños, los individuos sin ella son esclavos. Ante los hechos: ¿Cuál es esa democracia que tolera a los autócratas seguir pontificando en su nombre cuando la misma ONU y OEA, escenario que escogen para su pontificado, se han convertido en cómplices del atropello a la misma democracia? ¿Qué democracia consiente que se inviertan cientos de miles de millones de dólares en comprar las conciencias para la exportación de un proyecto hegemónico inviable? ¿Qué democracia admite que se manejen los recursos del Estado de una manera irresponsable mientras se observa con indiferencia cómo crecen la pobreza, la marginación y la delincuencia? Los Estados totalitarios son terrenos fértiles para el florecimiento de las miserias humanas. Los aduladores pululan por doquier y suelen rendirse al servicio del poder del dinero, cohonestando la barbarie de sus amos. La historia está repleta de personajes que vendieron sus dignidades a cambio de prebendas, de favores económicos. Pero recordemos que la historia no perdona, el tiempo clarifica la verdad indefectiblemente. ¿Qué democracia es esa que justifica la limitación de las libertades, que vigila la vida privada de los ciudadanos, se les ficha como a delincuentes en nombre de una supuesta soberanía que no busca sino aumentar los mecanismos de opresión y de control por la vía del miedo? ¿De qué democracia puede hablar quien ha hecho todo precisamente para empobrecer, limitar, disminuir, arruinar, truncar las libertades y las democracias verdaderas? La libertad, decía Martí, es el derecho que tienen todos los seres humanos a vivir con dignidad y decoro. ¿Vivimos con dignidad y decoro? No. La legislación punitiva es el termómetro político de las libertades y de la debilidad de liderazgo de los gobernantes. Los acontecimientos de Honduras han dejado al descubierto que ahora estos “¿demócratas?”, OEA y ONU, se dedican a defender a capa y espada a los más aberrantes gobernantes que ha tenido Latinoamérica en el SXXI, protegiéndoles bajo un falso manto legal, amparados en el oscurantismo del gravemente herido ordenamiento jurídico de sus respectivos países y la debilidad moral de esas instituciones. El “Proyecto Chávez” va de fracaso en fracaso, perdió en Panamá, Argentina, El Salvador y Honduras, eso se corresponde con la decadencia del liderazgo impulsor de ese dantesco sistema político. “La caída de Zelaya genera mucha crispación y mucha angustia entre los presidente de los países de la ALBA, donde hay ejércitos y temen que lo ocurrido en Honduras puede causar un efecto dominó” (y se vaya por el ALBA...ñal). Margarita Montes, politóloga costarricense dice: “Probablemente, tampoco los hondureños se han dado cuenta de la magnitud de lo que hicieron... Con el paso de los días, los meses y años irán asimilando y comprendiendo la dimensión del nuevo paradigma que han sentado, con un rotundo mensaje para propios y extraños sobre lo que le depara a los dictadores constitucionales y a sus aprendices tropicales”. “Uno a uno, todos somos mortales; juntos, somos eternos”. Quevedo. |
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