Se cumplió un año de la invasión imperialista de Rusia a Ucrania, la comunidad internacional ha observado con consternación,

los monstruosos crímenes cometidos por el ejército ruso contra la población civil, de suyo indefensa de Ucrania. Son constantes los bombardeos contra hospitales, maternidades, escuelas, centros comerciales, edificios residenciales e incluso contra zoológicos, es decir, contra cualquier infraestructura civil incluyendo la energética. Rusia busca desaparecer a Ucrania del mapa, y la ONU a pesar de los esfuerzos realizados se ha mostrado impotente para detener esa guerra absurda de un tirano contra un país libre e independiente.

No es la guerra de la OTAN contra Rusia como han querido afirmar expertos analistas políticos en programas de televisión, hasta donde se ha visto fue Rusia quien invadió a Ucrania con el firme propósito declarado exprofeso de anexarla a su país o imponer un gobierno títere que respondiera a los intereses de Putin y del Kremlin. Es oportuno recordar que la eufemísticamente llamada operación especial estaba prevista para que diera resultados en pocas semanas y el sedicente nuevo zar tuviese así el control de Ucrania, pues a un año de tan criminal invasión, incluso recurriendo a mercenarios eso no ha ocurrido y todo indica vista la resistencia del pueblo ucraniano, no ocurrirá.

Europa y el mundo libre paga el alto precio de no tomar en cuenta las lecciones que da la historia. Creyeron que permitiendo que Putin se anexara a Crimea en 2014, porque según ellos, estaba bajo su área de influencia, todo terminaría allí y olvidaron lo que otro tirano, Hitler, hizo cuando se anexó los sudetes Checoslovacos alegando que estos tenían lengua, cultura y pasado alemán, así se evitaría la guerra. El resultado ya se conoce, al poco tiempo el Nacionalsocialista Hitler invadía a Polonia.

La invasión rusa ha contado con La bendición del Patriarca de la Iglesia cristiana ortodoxa rusa, porque según éste se trata de una cruzada contra el mal, el pecado y la apostasía, un discurso retrogrado y medieval que solo la estulticia del fanatismo religioso puede aceptar hoy. Esto demuestra que cuando la religión se pone del lado del poder y es fundamentalista se convierte en una gran amenaza contra la vida y la libertad incluso de sus propios creyentes.

En la última resolución aprobada por la ONU, se puede apreciar que los únicos países que apoyan a Rusia son aquellos en los que gobiernan tiranos también, son la vergüenza de la humanidad, para el mundo libre que aspira a la democracia y la paz.