El Gobierno español está pecando de ingenuo con Evo Morales y Chávez
Escrito por Mario Vargas Llosa (El País)   
Miércoles, 16 de Septiembre de 2009 03:16

altRuido insoportable de sables y el crepitar dantesco de la picana. Guerrillas de la sinrazón, el molotov mortal y sangriento de tantas utopías. Terrible balanza en la que se han pesado los gramos de libertad de América Latina. «Sables y utopías» (Ed. Aguilar) es también el título del nuevo libro de Mario Vargas Llosa, una recopilación de artículos publicados durante más de cuarenta años por el autor de «La ciudad y los perros», compilados por Carlos Granés. Un libro que pone el dedo en casi todas las llagas de los países hermanos de allende el Atlántico, que hurga en sus grandes heridas seculares como el autoritarismo, el terror institucional, la corrupción, pero que también se escuece ante la gangrena del guevarismo, del populismo, del indigenismo, un título que, como dijo Juan Cruz en la presentación de en el madrileño Círculo de Bellas Artes, es «sobre todo, periodismo, una compilación hecha más para subrayar que para tachar».

Pasarán los años, pero la encendida palabra de Mario Vargas Llosa sigue al rojo vivo, como un rayo que no cesa. Antes de desplegar el mapa de América Latina y de ir poniendo sobre todas sus latitudes las chinchetas rojas de la denuncia, Vargas Llosa también le dio un buen zarpazo a los dirigentes de la Madre Patria: «El Gobierno español está siendo muy ingenuo si cree que su "pragmatismo" y su apoyo a Evo y Chávez le van a servir para que sus compañías no sean expropiadas. Chávez no funciona así. Hará lo que quiera por muy simpático que se muestre con él Rodríguez Zapatero. Son relaciones peligrosas, porque a la postre las políticas "pragmáticas" son incompatibles con la democracia. Gobiernos como el español deberían tener un compromiso moral con los movimientos que luchan por la democracia y los derechos humanos en estos países». La despolitización de los intelectualesPuestos pues los primeros puntos sobre las primeras íes, el fabulador hispano-peruano tiró del hilo de la crema de la intelectualidad: «Los intelectuales han caído en una gran despolitización, algo impensable cuando yo era joven, y eso puede valer en países muy asentados democráticamente. Pero eso no es así en Latinoamérica, donde creo que el compromiso del escritor y su contribución al debate de las ideas son muy necesarios». Reconoce sus viejos errores, como su fe en los barbudos de Castro («creí que la revolución cubana representaba lo que todos buscábamos, un socialismo compatible con la libertad»), pero se sabe alguien que «he tratado de enmendar mis fallos, y aprender las lecciones de la realidad. Un liberal, como yo, es el que sabe cambiar según la realidad se lo dicta».

Y luego, a no dejar títere con cabeza. Pongamos con don Mario el dedo sobre el mapa. Bolivia: «Lamento profundamente el apoyo que se da a Evo, porque su gobierno es racista y autoritario. Habla de una Bolivia genuina, la indígena, y la mala y explotadora, la blanca. Y yo creo que debemos defender la coexistencia y el mestizaje. Introducir el elemento racial en Suramérica es algo aberrante y que puede resultar explosivo». Perú: «Es una espina clavada en la garganta de Chávez. No tengo ni idea de lo que puede ocurrir en el futuro, porque para mucha gente la democracia no produce beneficios a corto plazo y eso crea un caldo de cultivo para las actitudes antidemocráticas». Colombia: «Uribe ha gobernado bien, pero ha caído en otro de los vicios de América Latina, la tentación reeleccionista». Ecuador: «Correa es un demagogo, que no le tiene ningún respeto a la realidad y va camino de la catástrofe».

Y un lamento, una pavana para un triste difunto, Cuba: «Veo Cuba con enorme tristeza. Veo un país que parece haber perdido el nervio vital que lleva a un pueblo a luchar por la libertad. Hay tan pocos disidentes. Parece que la única aspiración e iluisión es irse a Miami. Ojalá me equivoque». Luego un penúltimo picotazo en la vena sufriente de Hispanoamérica: «El narcotráfico es uno de los problemas más terribles de América Latina, se ha convertido en un contrapoder que arrasa con todas las instituciones, porque todo lo puede comprar y corromper. Creo que la única solución es la descriminalización de la cocaína y la marihuana. La represión por sí sola no va a terminar con el narcotráfico, no va a dar frutos. Si todo el dinero que invertimos en la represión lo usáramos en prevención e información, como en el caso del tabaco, creo que nos iría mejor. Es imprescindible el entendimiento entre países productores y países consumidores».

Y, finalmente, un almax literario para digerir tan contundente menú: «"Millennium" me ha parecido maravillosamente entretenida pero está pobremente hecha, no hay un lenguaje creativo. Pero bueno, también pasaba algo así con Víctor Hugo y con los grandes folletines del siglo XIX. La novela siempre es impura, imperfecta, porque está muy cerca de la vida».


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