Gadaffi y el lloro de Chávez
Escrito por Alexander Cambero | X: @alexandercamber   
Viernes, 21 de Octubre de 2011 11:35

altCruzó el umbral de la muerte. Muamar Gadaffi, se despidió del escenario terráqueo liquidado bajo una horda de violentos, que le aplicaron la misma dosis que este utilizó durante cuarenta y dos años de martirio.  Cuando los soldados de la rebelión libia lo sacaban del agujero, estos estaban describiendo su propia historia de sometimiento, en donde toda una nación fue enterrada en sus esperanzas por la vileza de un líder que se creyó Dios.  Quizás, en sus últimos momentos pudo comprender que sentían sus victimas al ser asesinadas por órdenes suyas. Barridas con saña por soldados pérfidos que alimentaban sus entrañas con el poder de la sangre que emanaba de cuerpos inocentes. Ejércitos que cumplían los mandatos del hombre rodeado de miles de privilegios que disimulaba tras guarecerse en una tienda de campaña marrón. Hizo una revolución para colocarse en el trono de Alá; adjuró de los principios democráticos para construir un régimen despiadado que se creyó inmune pero que terminó bajo los pies de un pueblo que se cansó, tal como ocurre con estas dictaduras con personajes sombríos; etiquetados con el fulgor del infierno trepidante, en llamaradas que harán que su recuerdo funesto arda por décadas.  

El régimen venezolano sufre por la muerte de un amigo. Vimos a un Hugo Chávez, compungido y en misa; suplicando por liberarse de la terrible enfermedad que lo acogota. Seguramente en los momentos de su encuentro intimo ante Dios, rogó  por su fraternal compañero de ideales; sacado como una vulgar rata de un boquete. El valiente que moriría con las botas puestas, huyendo como roedor hambriento hasta que su propio espiral lo alcanzó; transformándolo en la victima que cierra un capitulo oscuro en la profundidad del desierto. Una herida que tiene que restañarse con el encuentro de todos, del igualitario mandato de una constitución democrática.

El gobierno venezolano se va quedando solo. La mayoría de sus beneficiarios los miran de lejos, otros se cuidan de dejarse ver por Caracas; ya casi no llaman para enterarse de los avances para contrarrestar al cáncer. Prefieren esperar que los acontecimientos marquen el camino. Solo Fidel Castro se mantiene incólume en su empeño por estirar las ganancias hasta que todo esto se acabe.

El destino de los oprobiosos es la muerte violenta. Nadie que escribe en el idioma de la muerte puede pensar que su final tendrá el nicho dorado de los sueños hermosos. La libertad encuentra la rendija por donde penetrar hasta lograr imponerse. De esos que se creyeron eternos no queda ni el polvo del desierto.

En Venezuela derrotemos a Hugo Chávez con la fuerza de los votos. Lo queremos en buenas condiciones para que responda por sus desmanes, todos ellos tendrán que pagan por tanto robo y agravios contra el estado de derecho de millones de ciudadanos ultrajados  por este régimen de bandoleros.
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