Restricciones, fiasco y desencanto
Escrito por Víctor Maldonado C. | X: @vjmc   
Lunes, 11 de Enero de 2010 11:47

altQue Chávez se haya apropiado del país para desvalijarlo dice muchas cosas de nosotros, y ninguna de ellas es buena. Tenemos que comenzar a preguntarnos si vamos a seguir siendo espectadores ingenuos


Protégenos Señor de la oscuridad del corazón…
Benedicto XVI

La respuesta gubernamental dada a la crisis eléctrica nacional ha provocado un despertar amargo. El 2010 comienza a ser el heredero legítimo de diez años de imprevisión y diletantismo en la gestión pública. El presidente Chávez ya no puede ocultar que el discurso florido y apasionado del siglo XXI encubre una forma miserable de gobernar, donde la falta de sentido de realidad se mezclan con ausencia de criterio y una corrupción tan abyecta que comienza a avergonzar a los propios chavistas. Gobernar no es discursear. Administrar una nación es anticipar y gestionar la demanda de necesidades. Gobernar no es declamar ni perder el tiempo frente a las Cámaras de TV, dirigiendo el fraude continuo de la arrogancia y la arbitrariedad. Es por el contrario intentar mantener balanceado un sistema muy complejo de demandas y necesidades. Significa colocar recursos en mantenimiento de la infraestructura del país, atraer nuevos inversionistas, apoyarse en la iniciativa privada y confiar en la capacidad de desempeño de la sociedad. Dirigir un país hacia la prosperidad, tener éxito en lograrlo dista mucho de administrar un cuartel o dirigir una milicia. Ser un estadista es tener a la disposición mucho más que dinero.

Pero aquí hay lecciones para todos. La primera, que ya es recurrente, es que no hay milagros. Si se quiere tener servicio eléctrico, hay que invertir en generación de electricidad, permitir que las tarifas paguen esa inversión y resolver progresivamente la brecha entre los que pagan y la porción del país que no paga el servicio que consume.

La segunda lección es la inevitable escasez de los recursos públicos. Estos diez años conducidos por un agalludo Rey Midas que nos ha organizado para el saqueo nacional, regalando la gasolina, conservando un tipo de cambio ridículo y manteniendo las economías cubana, nicaragüense, boliviana, ecuatoriana y argentina, nos hicieron creer que los venezolanos éramos inmensamente ricos y poderosos. Ahora descubrimos que la rumba concluyó y que no pagamos la luz. El gobierno oculta detrás de su silencio un desfalco monumental respecto del cual hay que pedirle cuentas exactas sobre “los millarditos” que uno tras otro le fueron entregados para su derroche.

La tercera lección es el desastre que provoca el aferrarse a la quimera autoritaria. Los que salieron detrás de las ofertas del chavismo, pensando que un hombre fuerte era la solución. Los que dejaron abandonados en el camino la suerte de las instituciones, creyendo que era más fácil entenderse con un déspota que con el imperio de la Ley, aquí tienen los resultados. El fiasco de diez años de abandono de la sensatez y su sustitución por el odio y la repugnancia que al presidente y sus secuaces le generan la libertad y los derechos ciudadanos no podían concluir sino en la africanización del país. La crisis eléctrica es solo una de las muchas caras del mismo desastre, que pasa por la ruina de las fincas que eran productivas en manos de sus dueños, por empresas que fueron expropiadas y que ahora lucen saqueadas, y por la tenaz capacidad para destruir todo el parque de las empresas básicas del Estado. Ese el resultado del hombre fuerte. Ese es el saldo que nos deja el resentimiento social que convocó a Chávez al poder para dizque arreglar cuentas con el pasado democrático.

La cuarta lección que debemos aprender es que el tiempo es irrecuperable. Sin un presente responsable no hay posibilidad de un futuro de prosperidad. Seremos mañana lo que decidamos hoy. Ahora no hay electricidad porque se abandonaron inversiones y mantenimiento en los últimos diez años. Ahora no hay remedio, ni que cierren todos los comercios del país, o el gobierno decida devolvernos a la prehistoria clausurando las industrias. El tiempo no regresa.

La quinta lección es que nosotros somos los responsables. Que Chávez se haya apropiado del país para desvalijarlo dice muchas cosas de nosotros, y ninguna de ellas es buena. Tenemos que comenzar a preguntarnos si vamos a seguir siendo espectadores ingenuos del desmadre nacional, si es con cadenitas por twittter y blackberry que vamos a combatir a esta tiranía, o si a este reto debemos meterle cabeza, real y corazón. Creo que la respuesta es obvia. Mientras tanto, terminemos con la oración del papa: Protégenos de la oscuridad del corazón, que solamente ve la superficie de las cosas. 

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