El oropel y la ñoña
Escrito por Fernando Luis Egaña   
Jueves, 01 de Octubre de 2009 05:36

altMientras la propaganda y la retórica oficialista se empeñan en presentar un país de fantasía o la Venezuela de oropel, la realidad de los hechos nos evidencia a una patria que se resquebraja en mil pedazos o la Venezuela vuelta ñoña. Para muestra el botón de una ley recién sancionada por la Asamblea Nacional: la Ley de Política Social e Integral de Transporte Aéreo. Los  propósitos formales de dicho instrumento legal serían el "fortalecer la interconexión nacional, la integración regional, el desarrollo del sistema turístico nacional y el comercio internacional". Esto es, justamente, la dimensión del oropel.

Porque la dimensión de la ñoña es la siguiente: gracias a la "revolución bolivarista" varias ciudades del país tienen sus aeropuertos cerrados para la aviación comercial, o tan sólo con un mínimo funcionamiento. Son los casos de San Fernando de Apure, Acarigua, Carúpano, Valera, Coro y Mérida. Un salto hacia atrás en lustros o décadas.

Ciudades como Barinas, por ejemplo, han visto disminuidos sus vuelos en 30%, y otras en proporción mayor. La re-centralización del manejo de los aeropuertos ha traído efectos negativos, por lo que el retroceso de la "interconexión nacional" ha sido mayúsculo en estos años. Y obvias las consecuencias para el deterioro de la "integración regional" y del turismo doméstico e internacional.

Hace 8 años el régimen de Chávez anunció la creación de una red de aviación social, con el apoyo de la Fuerza Aérea, y a la cual se sumaría el Boeing 737 presidencial o el llamado "camastrón". A la vuelta de poco tiempo, la iniciativa fue olvidada al igual que tantas otras promesas de oropel.

La aviación civil no-comercial también se ha visto severamente afectada en estos tiempos de ñoña. El Gobierno le ha cerrado espacios en aeropuertos convencionales, y le ha eliminado servicios de aduana en terminales específicos, como el Aeropuerto Caracas en Charallave que, de paso, aún tiene encima un procedimiento de expropiación.

El único segmento del transporte aéreo venezolano que sí ha prosperado es el de la flota presidencial. Se gastaron 80 millones de dólares en el Airbus, y cientos de millones más en una serie de jets ejecutivos que ahora están a disposición de presidentes extranjeros. Y es harto probable que los nuevos aviones de Cubana de Aviación en los que viaja el señor Chávez con su multitudinaria comitiva, hayan sido financiados con dinero nacional.

Como vemos, la diferencia entre la publicidad política y las ejecutorias concretas es abismal. Y no sólo en materia de transporte aéreo, sino en cualquier otra del vasto elenco económico, social y político del país. Y es que el oropel y la ñoña son las dos caras de Venezuela: la virtual y propagandística, y la real y destructiva.

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