¿Ley de educación o fabrica de 'chavitos'?
Escrito por Gehard Cartay Ramírez   
Martes, 25 de Agosto de 2009 08:36

altLa pregunta surge a propósito de una jalabólica afirmación de la impuesta jefa de gobierno del Distrito Federal.

Días atrás, la funcionaria de marras declaró que la nueva Ley Orgánica de Educación (LOE) serviría para formar «los futuros Chávez» (sic). (Por cierto, si tal despropósito llegara a concretarse, habría que imaginarse la funesta plaga que le caería a este ya muy desgraciado país, pues si uno sólo está destruyendo a Venezuela, los «chavitos» que anuncia la ingeniero Farías terminarían extinguiéndola).

En todo caso, la insólita afirmación en cuestión, dicha por una alta funcionaria del régimen, pone en evidencia el siniestro propósito de la LOE que hoy rechaza el país entero, con las excepciones del caso. Lo que se quiere es ideologizar a nuestros muchachos, «formarlos» en ese arroz con mango que llaman «socialismo del siglo XXI» y despojarlos de su propia personalidad, idiotizándolos para terminar convirtiéndolos en unos vulgares aclamacionistas del Führer de Sabaneta. ¡Tal como lo ha dicho la Farías -lo cual nos ahorraría más argumentaciones-, lo que se quiere es formar los «chavitos» del futuro! Y a confesión de parte, relevo de pruebas, reza el aforismo jurídico...

Hay que rechazar tan perversa pretensión. Aquí no queremos «chavitos», ni nada que se les parezca. Ningún padre responsable puede aspirar a que sus hijos sean clones de nadie, y menos de quien hoy está destruyendo el país. Los padres lo que queremos es que nuestros hijos sean ellos mismos y no copia de nadie, nuevos venezolanos formados en libertad, con personalidad propia, capaces de crecer en todo sentido. Lo que queremos es que nuestros hijos sean formados en democracia, respetuosos y practicantes de la pluralidad y de los derechos humanos.

Ningún padre en su sano juicio puede querer que su hijo sea formado como un soldado autómata, simple loro repetidor de consignas castrocomunistas, adulador de caudilletes militaristas y enemigo de sus propios compatriotas. Ningún padre en su sano juicio puede querer que su hijo sea el imitador de un aventurero con suerte, alguien que sólo insulta y desprecia a quienes no le rinden pleitesía, un sujeto incapaz de construir algo, poseído como está por sentimientos de muerte y destrucción.

Ningún padre en su sano juicio puede querer que sus hijos sean soldados del odio entre los venezolanos, ni mucho menos clones de sujetos desquiciados, insensatos partidarios de la guerra y de la muerte, mentes sin moderación ni inteligencia para sembrar la paz y la solidaridad entre nosotros, tal como lo vienen demostrando desde aquel fatídico momento en que llegaron al poder.

Quien se tome el trabajo de revisar minuciosamente la LOE se encontrará cosas terribles, sobre todo si es padre de familia, educador, dirigente sindical o estudiantil. Desde el siniestro Estado Docente que allí se consagra (que deja todo en manos del Gran Hablador y su partido, pues eso es hoy el Estado venezolano), pasando por la eliminación de la autonomía de las universidades, el control de las autoridades universitarias y estudiantiles y de todos los procesos de creación, así como la perversión de decretar programas educativos castrochavistas, disfrazados de «bolivarianos y robinsonianos» (¿?), hasta llegar al colmo de desnaturalizar la escuela como institución pedagógica y formativa para convertirla en «centro del quehacer comunitario» donde los padres, representantes y maestros no tendrán ninguna autoridad; todos son despropósitos que tienen como fin, tal cual lo dijo la jefa de gobierno de Caracas, «formar los nuevos chavitos». ¿O es que, acaso, queda todavía alguna duda?

Pero hay más todavía: un racismo al revés, indigenista, africanizado y antieuropeo, totalmente contrario a nuestra formación como pueblo, crea discriminaciones anticristianas. Por si fuera poco, la ley institucionaliza la persecución contra la educación privada y elimina el derecho a la educación religiosa que, amparados por la Carta Magna, tenemos los padres a darles nuestros hijos.

Igualmente, la criminal pretensión de convertir a nuestras escuelas y liceos en centros de propaganda y proselitismo políticos a favor del régimen, constituye otro abuso que debemos derrotar, al igual que el carácter deliberadamente punitivo contra docentes y estudiantes, lo que delata indudablemente el propósito de convertir al proceso educativo en una herramienta de adoctrinamiento castrocomunista de nuestros hijos. ¿Lo vamos a permitir?

¿Fábrica de «chavitos»? Ni por el carajo, amigos lectores. Lo que queremos es formar ciudadanos demócratas y libertarios para una Venezuela mejor. Y punto.

Fuente: La Prensa de Barinas


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