| La identidad: Un sentir de la nación de un país |
| Escrito por Claudio Briceño Monzón | @CabmClaudio |
| Miércoles, 30 de Julio de 2025 03:37 |
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En cambio, somos los escritores, los poetas, los profesores, los sacerdotes, los políticos, quienes tenemos la misión impostergable de vigilar la integridad del plasma moral que nutre la vértebra de la nacionalidad." (Briceño:1966, 1121)
El conocimiento de los sentidos de: pertenencia, procedencia y permanencia; tan reales en la enseñanza de la historia y la geografía de Venezuela, nos perpetúan la cita con la que iniciamos este artículo, que escribía el historiador Mario Briceño Iragorry en 1956, hace 69 años, nos esbozaba una concepción del nacionalismo, en la cual la defensa del territorio nacional trascendía la sencilla protección de las fronteras patrias, al respecto exponía que la defensa física del espacio nacional les correspondía a las fuerzas de gendarmería, es decir, las fuerzas militares; custodiar las áreas limítrofes de la nación, de cualquier intromisión extranjera -los perros guardianes de nuestra casa-. Acciones visibles en defensa contra amenazas externas. La geografía misma se transforma en un testimonió en sus paisajes montañosos, valles, ríos, costas, de la custodia vigilante de la gendarmería militar. La defensa de la soberanía, ese objetivo de velar por la integridad de la riqueza espacial del país, corresponde a la “policía política” que administra y protege el territorio. Los policías que se relacionan más con la población civil, son los guardianes de la política y económica de la nación, protegiendo a la ciudadanía contra la corrupción y la subversión. La protección interna del Estado, asegurando el orden y la estabilidad ciudadana. La defensa de la percepción psicológica de la moral, ese sentido de identidad y bien común, les corresponde a los verdaderos héroes: los profesores de geografía e historia; que son los garantes de la integridad de la substancia moral que sustenta nuestra pertenecía nacional. Los sentidos más hondo y etéreo de nación, sabido en ese grupo de ciudadanos que ocupan un espacio geográfico, identificado por una consonancia lingüística cultural consciente de su unidad. Una nación logra ser el resultado de la fusión de etnias y poblaciones diferentes en un mismo interés de defensa de un territorio o de un patrimonio de civilización simbolizado por procesos históricos representados en el imaginario de una literatura, expresión de un espacio-tiempo. La esencia misma de la nación, con sus valores, creencias, cultura e identidad. En la alegoría de un árbol majestuoso, la nación, son las raíces recónditas hundidas en el centro de la tierra; -la usanza identitaria es la esencia de la sabia vital que lo nutre, que lo hace crecer y prosperar-. Los intelectuales y gobernantes serían los guarda bosques, los que cuidan y protegen esa esencia de sabia vital, el bien común de la sociedad, manteniendo viva la esencia de la identidad nacional. Es una labor imperceptible, pero fundamental para la persistencia y la floración continuo de la nación, del camino en la construcción de una identidad colectiva, un sentimiento de filiación y unidad consecuente con el territorio nacional. Entender el nacionalismo, más allá de la defensa física política e ideológica de la nación, donde la protección del sentido distinguido de la identidad, es fundamental para la supervivencia y prosperidad ciudadana del país.
Referencias: Briceño Iragorry, Mario. “Por la Ciudad, Hacia el Mundo (1956).” En: Mario Briceño Iragorry. Obras Selectas (1966). Madrid - Caracas: Ediciones Edime, 1966. |*|: Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela por el Estado Mérida. Profesor Titular de la Escuela de Historia, de la Facultad de Humanidades y Educación, de la Universidad de Los Andes ULA, Mérida-Venezuela. Magister en Historia de Venezuela por la Universidad Católica Andrés Bello. Doctor en Historia por la Universidad Nacional de La Plata–Argentina. Coordinador del Doctorado en Estudios Políticos ULA. |
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