Midiendo poder de mercado buscando nuevos negocios
Escrito por Enrique González Porras | X: @enriquergp   
Lunes, 29 de Enero de 2024 00:00

altUn tema de interés en Teoría de la Organización Industrial es identificar fuentes estructurales y conductuales de poder de mercado, y correlativamente medir el poder de mercado.

Una de las fuentes de atracción a la entrada a un mercado -sea por medio de una empresa nueva o adquiriendo una instalada-, según lo reconoce la literatura económica, lo constituiría el nivel de beneficio que las empresas pudieran obtener en un mercado específico.

Los economistas suelen utilizar una definición aproximada de poder de mercado, como aquella posibilidad con la que contaría una empresa para divorciar o separar su Precio de su Costo Marginal. Lo anterior supondría una renta o un beneficio extra-competitivo. Las referencias bipolares serían por un lado la Competencia Perfecta donde el Precio no puede sino ser idéntico al Costo Marginal en un extremo, y por el otro lado, la situación de Monopolio donde la empresa fija el mayor de los precios posibles en un mercado, el precio de monopolio cuya diferencia con el Costo Marginal como porción del precio sería igual a la inversa de la elasticidad precio.

La representación formal de lo anterior se hace a través del conocido Índice de Lerner, IL, que no es otra cosa que el margen que una empresa o una industria en promedio podría obtener en el mercado, siendo un resultado incidido por las características idiosincráticas del mercado y por la dinámica competitiva:

IL= (P-Cmg)/P

Donde: P es el precio y Cmg el Costo Marginal.

Pudiendo estimar dicho indicador podríamos identificar, eventualmente, sectores o mercados candidatos donde entrar buscando rentas.

Otro indicador que podría ser utilizado para medir cómo ciertos sectores económicos o empresas en específico rentabilizan sus activos más que otras, es por medio de la “q” de Tobin. Este indicador mide la relación del valor de la cotización o la capitalización bursátil de una empresa como porción de los valores de reposición de los activos involucrados. Indicadores superiores a 1 supondrían que dicha empresa, o cuando menos el mercado, estima que crea un valor superior que aquel que simplemente replicaría reponer los activos en uso. Dicho indicador podría utilizarse para comparar industrias o sectores económicos, así como empresas dentro de una misma industria.

Existen industrias que poseen una “q” de Tobin superior a 1 y otras por debajo (lo mismo podría ocurrir inter-empresas). Pero ¿A qué podría responder dicho desempeño? ¿Esto significa que debemos entrar en aquellas industrias con una q superior a 1?

Primero, habría que señalar que numerosos estudios económicos asoman que alrededor del 80% del desempeño de una empresa depende de sus acciones estratégicas y solo el 20% al sector en el cual hacen vida, así como la caracterización idiosincrática de este último.

Segundo, puede que existan casos donde una “q” de Tobin superior a 1 sea producto de significativas barreras a la entrada en el mercado, por ejemplo, producto de la existencia de licencias, protecciones legales tipo patentes, economías de escala, etc. En estos últimos casos entrar con una empresa nueva puede en un extremo resultar imposible. Sin embargo, las barreras a la entrada no responden exclusivamente a una naturaleza estructural o externa, sino que pueden asimismo ser producto de acciones y/o estrategias por parte de las empresas instaladas caso en el cual las barreras responden a una naturaleza endógena o conductual.

Tercero, comprender la dinámica competitiva de cada mercado resulta crucial para visualizar el número de empresas que puede caber en el mismo. Por ejemplo, si calculáramos y comparáramos cuán fácil se satisface la restricción de participación de las empresas en la medida que aumenta el número de empresas en el mercado en situaciones diferenciadas de (i) competencia basada en precios -a la Bertrand-, (ii) competencia basada en cantidades -a la Cournot- y (iii) un mercado cartelizado, podría observarse que el número de empresas que caben sin pérdidas es mayor en la medida que pasamos de (i) a (ii) y luego a (iii). La explicación de lo anterior se encuentra en el nivel de rivalidad de la competencia, así como en la posibilidad de internalizar -aun parcialmente- que las acciones agresivas de nuestra parte reducen el beneficio de toda la industria y podrían encontrar respuestas agresivas de parte de los competidores y viceversa.

Estimar este tipo de indicadores se enfrenta a desafíos metodológicos que pueden partir desde (1) problemas de acceso a información relevante y/o necesaria, pasando por (2) una errónea interpretación de los resultados estadísticos, hasta (3) la propia dificultad que supone definir cada uno de los componentes de las formulas descritas.

(1)     La simple ausencia de estadísticas puede constituir un problema para cualquier ejercicio de análisis económico y/o estadístico. Problemas de datos faltantes, omitidos o atípicos pueden constituir un desafío, así como lo son datos provenientes de identidades contables que se enfrentan a restricciones ajenas a la demanda o al mercado, por ejemplo, un nivel de ventas nulo o bajo producto de ausencia de inventarios no implica que no existiese suficientes consumidores con disponibilidades a pagar suficiente por el producto. Todos estos problemas pueden contar con respuestas estadísticas y metodológicas. Sin embargo, pueden presentarse problemas derivados del hecho de que la información para estimar alguno de estos ratios -por ejemplo, el Costo Marginal- constituye información privada de las empresas que no estarían dispuestas a revelar. Aun así, existen soluciones metodológicas a este tipo de problemas. Por ejemplo, siendo que los precios podrían ser públicos, -así como eventualmente las cantidades volcadas al mercado-, utilizando la teoría económica y estimaciones econométricas podría deducirse cuál es el nivel del Costo Marginal de la empresa y en consecuencia el Índice de Lerner.

(2)     En situaciones donde las empresas detentan un poder significativo de mercado podría esperarse que dichas empresas lo ejerzan arrojando como resultado un margen significativo en comparación con mercados competitivos. Lo anterior significa que las empresas que se encuentran actualmente ejerciendo su poder de mercado operan en la sección elástica de la curva de demanda. Si se estima dicha elasticidad podríamos estar tentados o sesgados a pensar que el mercado es competitivo o que los márgenes resultan bajos utilizando el Índice de Lerner como inversa de la elasticidad. Podríamos dejar de entrar a un mercado de elevados márgenes donde posiblemente lo incentivos de la empresa instalada es a acomodarse una vez entra un rival. Este argumento se conoce como la “falacia del celofán”, a partir del ampliamente discutido caso antitrust contra la Du Pont en USA. La Suprema Corte de los Estados Unidos sostuvo que la existencia de una elevada elasticidad cruzada de la demanda entre el celofán (que vendía Du Pont) y otros materiales de embalaje flexibles (como, por ejemplo, las bolsas de papel) requeriría una de definición amplia del mercado para incluir todos los posibles materiales de embalaje. Esta decisión recibió posteriormente críticas por considerar que la presencia de una elasticidad de sustitución tan alta fue por sí misma un indicativo del alto poder de mercado que poseía DuPont. Durante el juicio hubo pruebas de que la empresa estaba fijando un precio tan alto para el celofán que los consumidores del producto habrían considerado su remplazo por sustitutos inferiores.

(3)     La fórmula del Índice de Lerner enfrenta el desafío de definir qué son efectivamente los Costos Marginales, e incluso si existe algún tipo de beneficios colaterales en la oferta de cierto producto que suele “restarse” o descontar sobre los costos marginales (por ejemplo, un subsidio o un ingreso adicional a la venta como podría ser ingresos derivados de la publicidad por parte de algún anunciante). A manera de ilustración de lo anterior, podría ocurrir que el costo del capital resultase significativo y no necesariamente nulo -ej. producto de un mercado no competitivo-, lo que complejiza el cálculo y la fórmula de dicho indicador. Por ejemplo, supongamos que se desea aproximar los Costos Medios Variables al Costo Marginal, pero no solo se encuentran presentes estos costos sino Costos de Capital no nulos. Supongamos que en este caso los Costos Medios, CM, los representamos de la siguiente manera:

alt 

Donde: CM son los costos Medios, CMV son los costos variables medios, r es la tasa de interés (costo de reemplazo del capital), d es la tasa de depreciación, K es capital utilizado, Q la producción y Pk el precio del capital.

Si utilizamos a los CM como aproximación de los Costos Marginales y sustituimos en la formula del Índice de Lerner tenemos:

 alt

Donde: ep es la elasticidad precio de la demanda.

Si el último término del lado derecho de la ecuación varía mucho de industria a industria, CM = CVM no es una buena aproximación, y podría llevarnos a conclusiones erróneas.

Finalmente, la posibilidad de respuestas estratégicas o preventivas por parte de las empresas instaladas debe constituir parte del análisis para evitar acometer costos hundidos y pérdidas innecesarias a futuro. Esto exige un conocimiento respecto a los mercados y a la Teoría de la Organización Industrial que cuando menos advierta dicha posibilidad.


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