El tirano que odiaba a los hombres
Escrito por Antonio Sánchez García | @sangarccs   
Jueves, 27 de Enero de 2011 21:14

altLeer “El Hombre que amaba a los perros” es adentrarse en el túnel de la estulticia, la ignominia  y la maldad del totalitarismo, al que este régimen pretende arrearnos. Leo, conmovido, El Hombre que amaba a los perros, del escritor cubano Leonardo Padura. Sin ninguna duda, una de las mejores novelas latinoamericanas de todos los tiempos. Me adentro en el laberinto de esa historia sórdida, nebulosa, y paralizante, narrada en una novela densa, acuciosa y deslumbrante, pero sobre todo conmovedora y terrible acerca de los destinos de León Bronstein, Trotsky, el segundo hombre tras de Lenin en la violenta invención de la revolución rusa, y la de su asesino Ramón Mercader, alias Jacques Mornard. Convertido en un asesino implacable por los aparatos policiales del estalinismo con la decisión de asesinar a Trotsky, su gran enemigo. No puedo menos que escribir esta breve nota con la intención de recomendársela a mis lectores. Y conminarlos a comprender el horrendo laberinto de crueldad, impiedad e inmoralidad del estalinismo soviético, el mismo que, derivado a sus máximas bajezas, marginal y tercermundista, constituye el túnel del tiempo en el que estamos penetrando, con o sin la conciencia de sus horrores.

No es fácil obtenerla. Razones que no comprendo me han obligado a recurrir a un muy querido amigo para que me la traiga del exterior. Las razones del por qué la editorial Tusquets, de Barcelona, o quienes aquí la distribuyen, no han querido o no han podido importarla me resultan incomprensibles. Tampoco las que no parecen haber interesado a alguna editorial venezolana a adquirir sus derechos e imprimir una edición local. Que, sin duda, resultaría inmensamente más económica. Contando con las inmensas dificultades de obtener las divisas y el costo al que una política de barbarie cultural nos condena: en Venezuela, bajo el imperio de una tiranía – así sea, comparada con la de Josif Stalin, una versión alpargatúa y marginal - cuya atmósfera y cuyos terrores ya comienzan a emanar los efluvios del espanto estaliniano que el libro nos comunica, resulta más costoso comprar libros, medicinas y alimentos básicos que pasar una temporada en La Habana, inundándonos de tiranía y en donde transcurre gran parte del relato.

Además de grato y apasionante, resulta enormemente instructivo para nosotros, los venezolanos, adentrarnos en el infierno totalitario del estalinismo, última y postrer etapa del totalitarismo marxista-leninista. Si detrás del aprendiz de tirano que nos desgobierna está Fidel Castro, detrás de Castro está Stalin. Aquel, padre de las formas totalitarias más espeluznantes, tanto o muchísimo peores que las de Hitler. Castro, no sólo el maestro de Chávez y el gestor de esta “revolución bonita” sino la santa palabra que manda y ordena en Venezuela. Nuestro personal Stalin.

Leer El Hombre que amaba a los perros es adentrarse en el túnel de la estulticia y la maldad del totalitarismo, al que este régimen pretende arrearnos . Es, sin ninguna duda, una lectura imprescindible.


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