La ineficiencia bolivarista
Escrito por Fernando Luis Egaña   
Sábado, 20 de Noviembre de 2010 21:10

altLa ineficiencia en el desempeño de las funciones administrativas del Estado venezolano no empezó con la "revolución bolivarista". Ciertamente que no. Pero ésta tiene en su bagaje el haber agravado la ineficiencia tradicional del sector burocratizado del aparato estatal y, además, el haber transmutado al sector moderno del Estado en una maraña tan o más inoperante que la burocracia politizada.

Y ello sin contar los efectos devastadores de la "gobiernización" de las empresas privadas expropiadas, confiscadas o simplemente asaltadas; la mayoría de las cuales están siendo "deshechas en socialismo".

Evidente es la crítica situación de aquellas empresas públicas que se caracterizaban por su adecuado funcionamiento. Bastaría nombrar a Pdvsa, Edelca o la C.A. Metro de Caracas, para dar suficiente cuenta del tema. Pero también diversas instituciones oficiales como la Biblioteca Nacional, o el IVIC, o la Universidad Simón Bolívar, o muchas más a lo largo y ancho del territorio nacional, se destacaban por su fructífera labor académica, científica y socio-cultural. No más.

Hoy en día la realidad es muy distinta, en el sentido negativo, y por variadas razones. Una de ellas es que el capital profesional de estos organismos ha sido, en general, descuidado, desaprovechado o simplemente despedido. En su lugar, las estructuras de dirección y gestión han sido pobladas por "leales revolucionarios" y no pocos efectivos militares sin la debida preparación. ¿Resultados? Sin ir muy lejos, el Metro colapsa y Guri trabaja a media maquina.

Otro factor de deterioro lo constituye el aumento desmesurado de la burocracia gubernativa, tanto en personal como en fronda de entidades.  De un millón de empleados públicos en 1999 se ha pasado a más de dos millones y medio en el 2010, y esta cifra no incluye a los recipiendarios fijos de las Misiones que, por cierto, también sostienen que son trabajadores estatales con su respectivo repertorio de derechos laborales.

Y en materia de nuevos organismos es difícil llevar la cuenta actualizada, porque cada semana se decretan unos cuantos, tanto por las denominadas "expropiaciones" o simplemente por las ocurrencias del señor Chávez en la multiplicación de casillas del organigrama público.

El inventario es surrealista porque contiene desde enlatadoras de sardinas hasta ensambladoras de autos iraníes, pasando por chocolateras, papel-toaleteras, cementeras, periódicos, supermercados y, en fin, la presencia creciente y cuasi-hegemónica del Estado maula en los más disímiles ámbitos de la actividad económica y social del país.

El financiamiento requerido para tan abultada burocracia es lo que explica, al menos en parte, la quiebra del erario nacional con el barril petrolero en 80 dólares, y el disparo demencial de la deuda pública que ya supera los 100 mil millones de dólares. Todo lo cual ayuda a comprender que la ineficiencia --en su máxima expresión-- sea una marca registrada de la revolución bolivarista.

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